EL CREDO: La FE que fue una vez dada a los Santos

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Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Judas 1.3

El símbolo niceno-constantinopolitano es una declaración dogmática de los contenidos de la Fe Cristiana, defendido en el el Primer Concilio de Nicea en el año 325 A.D. y ampliado en el Concilio de Constantinopla 381 A.D.

El apóstol Pablo escribió a Timoteo lo siguiente

Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros

II Timteo 1.14

Este «CREDO» es una confesión de la FE de la Iglesia Cristiana según lo que enseñan las Sagradas Escrituras. Sin embargo algunos lo defienden como algo que La Iglesia ha establecido y no como algo que Dios ha establecido en Su Palabra, por lo tanto lo presento a continuación con citas bíblicas de apoyo a cada frase de esta confesión.

Creo en un solo Dios, (Deuteronomio 6.4)
Padre todopoderoso, (Job 37.23)
Creador del cielo y de la tierra, (Génesis 1.1)
de todo lo visible y lo invisible; (Colosenses 1.16)
Creo en un solo Señor, Jesucristo, el unigénito de Dios, (Lucas 1.32, Juan 1.14)
nacido del Padre antes de todos los siglos, (Salmos 2.7)
Dios de Dios, Luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; (Juan 8.12; Romanos 9.5)
engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, (Juan 5.26)
por quien todo fue hecho; (Juan 1.3)
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo (Filipenses 2.6-8)
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María Virgen, y se hizo hombre; (Lucas 1.35)
por nuestra causa fue crucificado en tiempo de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, (Juan 19.5, Mateo 27.60)
y resucitó al tercer día según las Escrituras (Marcos 16.9; I Corintios 15.2-4)
y subió al cielo; y está sentado a la derecha del Padre; (Hechos 7.56)
y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos, (Marcos 14.62)
y su reino no tendrá fin. (Lucas 1.33)
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo; (Juan 15.26, 16.7)
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria y que habló por los profetas. (I Pedro1.11; Apocalipsis 4.5)
Creo en la Iglesia que es una, santa, universal y apostólica. (Mateo 16.18; Efesios 1.22)
Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados. (Mateo 28.19; I Pedro 3.21)
Creo en la resurrección de los muertos (Hechos 24.15)
y la vida del mundo futuro. (II Pedro 3.13)
Amén

Es apropiado aprender y recitar la verdad sobre la cual se fundamenta nuestra religión. También es muy útil para refutar las diversas desviaciones y herejías que por siglos se han levantado en oposición a la verdadera religión.

PERO, sin la conversión y la experiencia del Nuevo Nacimiento, el ser humano no encontrará ningún beneficio espiritual y perdurable en el conocimiento de la doctrina verdadera.

Hasta que el Espíritu Santo dé convicción al pecador para que clame a Jesucristo por perdón y salvación, no podrá llamar a Dios su Padre ni tener la esperanza de la vida eterna que se promete a los hijos de Dios.

¿Conoce usted realmente al Dios en el cual dice creer?

Haber nacido en una familia cristiana No lo hace a uno automáticamente cristiano, asistir a una Iglesia Cristiana No garantiza que uno es cristiano. Recitar este maravilloso Credo, no lo hace cristiano.

En un mundo que se opone a Dios y a la Verdad, la exhortación del apóstol Juan se hace necesaria:

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

I Juan 5.4

PERO…

¿Tiene usted verdadera fe?

¿Está usted confiando plenamente en Jesucristo y en la obra que Él completó en la Cruz del Calvario para recibirlo con confianza en aquel Día en el cual Él regrese para juzgar?

¡Que así sea! Amén.

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