Gobiernos Humanos

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Mejor es confiar en Jehová Que confiar en príncipes.
Salmos 118.9

El mundo antiguo era gobernado por monarquías, cada pueblo tenía su rey, ya fuera por descendencia o por conquistas. Los reyes tenían poder absoluto sobre sus súbditos, el monarca no tenía que responder ante nadie. Por esta razón el bienestar, progreso o declive de las naciones estaba en gran medida en las manos de sus dirigentes.

Hubo un pueblo que tuvo la oportunidad de vivir sin rey, serían gobernados por Ancianos y Jueces, que se encargaban de aplicar una ley recibida del Cielo. Ese pueblo fue Israel, los descendientes del arameo Abraham. Ellos recibieron una ley para regir y regular todos los aspectos de la vida. La ley (aproximadamente 600 mandamientos) debía servirles para vivir en justicia en sus relaciones unos con otros, con los extranjeros y para administrar la justicia y castigar los delitos. Estas leyes incluían aspectos económicos, sostenimiento de los necesitados, leyes humanitarias, de conservación de los recursos, etc. Y todo, en concordancia con una ley moral perfecta resumida en 10 mandamientos.
Sin embargo, ellos rechazaron esa forma de gobierno y se presentaron donde el Juez y Profeta Samuel pidiendo el establecimiento de un rey. El profeta les advirtió los peligros de ese tipo de gobierno, pero ellos insistieron:

«Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros»

I Samuel 8.19-20

La Historia de la humanidad es una comprobación continua de las complicaciones que vienen cuando el destino de las naciones es puesto en las manos de los hombres. Hasta los mejores reyes erraron y sus decisiones y pecados trajeron sufrimiento y dolor al pueblo.
A menos que el gobernante pudiera vivir sujeto perfectamente a la ley de Dios, no habría garantía alguna para los pueblos.
Este había sido el requisito que les había dejado Moisés con respecto a los reyes y la ley de Dios:

«Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley… y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra… «
Deuteronomio 17.18-20

Tristemente las advertencias fueron ignoradas, la lista de reyes impíos es bastante larga y las consecuencias de sus gobiernos fueron terribles para la nación por lo cual Dios envió a los profetas en muchas ocasiones a denunciar las situaciones:

Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas
Isaias 1.23

Sus príncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas.

Ezequiel 22.27

Así ha dicho Jehová el Señor: !!Basta ya, oh príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia; quitad vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice Jehová el Señor.

Ezequiel 45.9

El pueblo de Israel, como todos los demás pueblos, sufrió las consecuencias de sistemas de gobiernos injustos, porque se apartaron de la Ley de Dios.

Dios les envió advertencias pero ellos no quisieron escuchar:

Y les envió profetas para que los volviesen a Jehová, los cuales les amonestaron; mas ellos no los escucharon.

II Crónicas 24.19

En el propósito de Dios todo esto sirvió para que los profetas pudieran dar un mensaje más claro con respecto a la necesidad del Mesías prometido, el Rey Salvador.

El profeta Isaías describe de esta manera al rey prometido:

…juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío.

Isaías 11.4

El mundo moderno ya no tiene monarcas como los de antaño, pero los gobernantes y sus ministros, diputados, congresistas y parlamentarios funcionan con los príncipes a los cuales las Escrituras se refieren.

Ahora como antes es necesario que escuchemos la advertencia solemne de la Biblia:

No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.
Salmos 146.3

Es obvio que para poder elegir gobernantes tenemos que tener algún grado de confianza en ellos, pero nos equivocaremos mucho si pensamos que algún gobernante humano tendrá la solución para la situación de crisis que vivimos y esto por dos sencillas razones:

  1. Los gobernantes son hombres pecadores y falibles, es decir, sujetos a errores y con un corazón débil que puede inclinarse al mal
  2. Los gobernantes acertarán en su gobierno de manera proporcional al respeto que tengan por la ley de Dios, sea que la conozcan expresamente o no.

En cuanto a este último punto nos referimos tanto a la Ley Moral de Dios que se resume en los 10 Mandamientos y que de manera natural está escrita en las conciencias humanas.

En el mejor de los casos, cuando un gobernante no es corrupto, podría fallar por sus limitaciones como hombre pecador. Y en la mayoría de los casos los hombres que gobiernan no conocen la ley de Dios, ni temen a Dios. Por esta razón no podemos poner nuestra confianza en gobernantes humanos.

Estamos viviendo en tiempos de crisis y la gente parece seguir alimentando falsas esperanzas de que el gobierno les va a solucionar los problemas.
Deberíamos considerar la Historia para comprobar que entre más lejos caminen los líderes de la moral y ética del cristianismo, más se hundirá la sociedad en todo aspecto.
Seamos sabios al observar las actitudes de los gobernantes, algunos están mostrando tendencias totalitarias y esto es peligroso.

La palabra déspota está definida de esta manera: Soberano que gobierna con un poder total sin someterse a leyes ni a limitaciones.

Aunque es difícil que lo reconozcan, todos los líderes tienen la tentación de convertirse en déspotas. Cada uno quiere hacer lo que le parece apropiado sin tener que pasar por trámites o sistemas adicionales de aprobación para poder ejecutar sus decisiones.

El riesgo de corrupción en los hombres que ostentan el poder es constante, esto es innegable. Los gobiernos necesitan un compromiso de los gobernantes a someterse a la ley y no modificar las leyes con la intención de aumentar el poder que pueden ejercer en su gobierno.
Los pueblos ignorantes e irresponsables siguen haciendo lo mismo que el antiguo Israel, prefiriendo que los gobierne un rey. No lo llaman por ese título, lo llaman líder o presidente, pero igual, prefieren eso en vez de someterse a Dios y a Su ley.

No olvidemos que por más popular que sea un líder político, sigue siendo un hombre falible. No cometamos el error de poner nuestra esperanza en los hombres.

El Rey perfecto vino a inaugurar Su reino, pero el Evangelio nos relata la reacción de Israel en una parábola:

Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.

Lucas 19.14

El Rey divino murió por Su Pueblo, (por el verdadero Israel) y regresó al Cielo. Mientras tanto, dejó a sus súbditos la tarea de anunciar el Evangelio del Reino, para que todo aquel que se arrepienta y crea en Jesús disfrute en el Reino venidero.
No desmayemos en la tarea más importante de todas, anunciemos que el único Rey en que se puede confiar plenamente regresará como Juez de la humanidad.

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