La Gracia del Arrepentimiento

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Después de la séptima plaga que vino sobre Egipto, que fue la de granizo y fuego, el Faraón le dijo a Moisés:

Orad á Jehová: y cesen los truenos de Dios y el granizo; y yo os dejaré ir, y no os detendréis más.
Éxodo 9.28


Es difícil comprender cómo después de castigos tan severos, el corazón del Rey de Egipto no se doblegaba para obedecer a Dios y lo peor es que aun en estas circunstancias, las palabras del Faraón no fueron sinceras, lo único que quería era librarse de la plaga y no rendirse a Dios.
En aquel momento Moisés le respondió:

En saliendo yo de la ciudad extenderé mis manos á Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra. Mas yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia del Dios Jehová.
Éxodo 9.29,30

Fueron necesarias todavía dos plagas más para que los mismos consejeros del Faraón le dijeran:


Deja ir á estos hombres, para que sirvan á Jehová su Dios; ¿aun no sabes que Egipto está destruido?
Éxodo 10.7

Después de la décima plaga el Faraón cedió, pero su rendición fue temporal, su corazón se levantaría por una última vez contra Dios y contra Su pueblo para perseguirlos, pero perecería en el Mar Rojo.
Esta historia es impresionante pero, ¡qué doloroso es comprobar que se siguió repitiendo!
El Faraón solo era un ejemplo del orgullo e insensatez del corazón humano que se empeña en hacer su propia voluntad. En particular esto lo vemos en muchos que ostentan poder, pero la semilla de ese pecado está en todo corazón.

Los corazones de muchos siguen endurecidos y endureciéndose cada vez más aunque vean la tragedia venir sobre ellos.
Así es el corazón desprovisto de la gracia de Dios, está consumido por la ceguera espiritual y dominado por la terquedad y obstinación.

Durante muchos siglos el mundo ha tapado sus ojos y sus oídos ante los repetidos avisos de parte de Dios, advertencia tras advertencia ha sido ignorada.

En cada tragedia que la gente suele llamar «desastre natural«, en cada peste, epidemia o «pandemia» y en cada crisis económica, Dios está enviando mensajes que deberían ser claros, pero son ignorados.
Estos juicios temporales tienen el propósito de hacernos pensar en el Juicio último y definitivo. De estas tragedias y desastres la humanidad ha podido recuperarse, pero esa recuperación solamente es otro espacio de oportunidad en la paciencia del Dios misericordioso, porque Él no acabará sus tratos con la humanidad hasta que rescate al último de sus escogidos que peregrinan en este mundo.

Los cristianos debemos estar suplicando a Dios con lágrimas para que esta crisis NO pase en vano, para que muchas conciencias sean despertadas y reconozcan que el Dios Creador está próximo a pedir cuentas a sus criaturas.

Y tenemos que pedir esto a Dios porque sabemos que a menos que Él envíe al Espíritu Santo para doblegar las voluntades empedernidas, cada uno seguirá su propio camino.
Está escrito en el Apocalipsis, que incluso después de terribles plagas, los pecadores se aferran a sus propios caminos:

Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos
Apocalipsis 9.20

¿Es usted cristiano?

¿Se ha arrepentido usted de sus pecados confiando en Jesucristo para el perdón?
Si es así, ¿Es consciente usted de que si no fuera por la Gracia de Dios, usted también permanecería sin arrepentirse?
Para que el ser humano se endurezca Dios lo único que tiene que hacer es dejarlo seguir su camino, pero para que el pecador deje su orgullo y su propio camino, Dios sí tiene que hacer algo, Dios interviene para doblegar la obstinada voluntad y convencerlo de venir al Dulce Salvador Jesucristo.

¿Agradece usted esta obra de Gracia? ¿Pide usted por los que no han experimentado esta obra de Gracia?
El apóstol Pablo escribió esto:

«… el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo»
II Timoteo 2.24-26

Quiera el Señor concedernos a todos la mansedumbre para corregir a los que se oponen porque pudiera ser que Dios en Su misericordia decida conceder a algunos arrepentirse para escapar de la trampa diabólica en que están presos.

Y si usted no ha ido a Cristo, ¿Por qué no le suplica por su alma ahora que todavía hay tiempo?

La puerta de la Gracia todavía está abierta. Todo el que venga a Cristo con un corazón arrepentido será recibido por el amoroso Salvador.

Si esta crisis ha servido para sensibilizar de alguna manera su conciencia, no desperdicie esta oportunidad, no deje que su conciencia se vuelva a endurecer.

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