¿Es la adoración de su iglesia más pagana que cristiana?

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*******AQUI*******  el artículo traducido al portugués  por Victor Binbato

Artículo original escrito por Todd Pruitt en Reformation 21, 2014,

Traducido al español por Alexander León

Hay un malentendido muy grande en las iglesias sobre el propósito de la música cristiana de adoración. Las iglesias anuncian rutinariamente un culto “dinámico” y “transformador”, el cual “lo llevará a usted más cerca de Dios”, o “cambiará su vida”. Ciertos CD´s de adoración prometen que la música lo llevará a usted “a la presencia de Dios”. Hasta un panfleto, de anuncio sobre una conferencia para líderes de adoración decía lo siguiente:

“Únase a nosotros para esta lección dinámica, la cual lo colocará a usted en el camino verdadero e inspirador donde podrá encontrarse con Dios y recibir la energía y el amor que usted necesita para ser un agente y un facilitador en el mundo de hoy… Además de eso, nuestros programas de enseñanza son eventos de adoración que lo pondrán a usted en contacto con el poder y el amor de Dios

El problema con el panfleto y con muchos anuncios de iglesias es que ese tipo de promesas revelan un error teológico significativo. La música es vista como un medio para facilitar nuestro encuentro con Dios. Ella nos acercará a Dios. En ese esquema, la música se torna un mediador entre Dios y los hombres. Pero, esa idea está más próxima a las prácticas paganas que a la adoración cristiana.
Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres. Solamente Él es quien nos lleva a Dios. La noción popular, aunque errónea – relativa a la música de adoración daña la verdad fundamental de la fe cristiana. Es irónico que muchos cristianos niegan el papel de las ordenanzas sacramentales, las cuales el propio Señor dio para su Iglesia (el bautismo y la cena del Señor) y sin embargo, sí dan poderes sacramentales a la música. La música y la “experiencia de adoración” son vistas como medios por los cuales entramos en la presencia de Dios y recibimos sus beneficios salvíficos. Simplemente no hay ninguna evidencia en la Escritura que diga que la música sirve de medio para tener encuentros o experiencias con Dios. Esa es una noción del paganismo. Tal cosa está muy lejos del cristianismo.
En su útil libro “True Worship” (Adoración Verdadera), Vaughan Roberts muestra cuatro consecuencias de ver a la música como un encuentro con Dios. Voy a resumirlos.

  1. Se marginaliza la Palabra de Dios.

En varias iglesias y encuentros cristianos, no es poco común que la Palabra de Dios sea dejada de lado. La música da una sensación elusiva de enajenación, mientras que la Biblia se ve como algo mundano. Los púlpitos han disminuido y hasta desaparecido, mientras que las bandas y las lucen han aumentado. Pero la fe no viene por la música, o las experiencias de supuestos encuentros con Dios. La Fe viene por medio de la proclamación de la Palabra de Dios (Romanos 10.17)

  1. Nuestra certeza es amenazada

Si asociamos la presencia de Dios con una experiencia particular o con una emoción, ¿qué sucederá cuando ya no sintamos eso más? Buscaremos iglesias cuyos grupos de alabanza, orquestas u órganos produzcan en nosotros los sentimientos que estamos buscando. Pero la realidad de Dios en nuestras vidas depende de la mediación de Cristo, no de experiencias subjetivas.

  1. Los músicos adquieren un status sacerdotal

Cuando la música es vista como un medio de encuentro con Dios, los líderes de alabanza y los músicos comienzan a ejercer el papel del pastor. Se vuelven aquellos que – en lugar de Jesucristo, el único que ya cumplió esa función – nos llevan a la presencia de Dios. De esa forma. Cuando un líder de adoración o una banda no me ayudan a experimentar a Dios, entonces falló y debe ser sustituido. Por otro lado, cuando creemos que ellos tienen éxito en llevarnos a la presencia de Dios, entonces tendrán en nuestra mente un status elevado

  1. La división aumenta.

Cuando identificamos un encuentro con Dios con un sentimiento, y solo una determinada música que produce ese sentimiento, entonces insistiremos en que aquella música debe tocarse regularmente en nuestra iglesia y reuniones. Si todos tuvieran el mismo gusto que nosotros, no habría problema. Pero si otros dependen de otra música para que ese sentimiento se produzca en ellos, entonces para ellos es importante cultivar la división. Y como rutinariamente clasificamos esos sentimientos como encuentros con Dios, nuestras demandas para que ese sentimiento se produzca se volverán rígidas. Ese es el motivo por el cual muchas iglesias sucumben y ofrecen como alternativa diferentes estilos de culto. Haciendo eso, sin querer están aprobando una división y la centralización del ego en medio del pueblo de Dios.
La Escritura está llena de exhortaciones para el pueblo de Dios cante y haga canciones para el Señor. Nuestro Dios fue benigno al darnos ese medio para adorarlo. Pero es importante entender que la música, en nuestra adoración, es para dos propósitos específicos: honrar a Dios y edificar a la comunidad de los creyentes. Infelizmente, muchos cristianos tienden a dar a la música un poder sacramental sobre el cual la Escritura jamás habló.

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