Usted no puede plantar una iglesia si no sabe qué es una iglesia.

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estudio biblico
 

Traducido del sitio Voltemos ao Evangelho

Artículo original de Nathan Knight (9 Marks)

Así que, ¿Está usted pensando en plantar una iglesia?
¿Qué cree usted que se necesita? ¿El Evangelio? Sí. ¿El poder capacitador del Espíritu? Sí. ¿Una iglesia que lo envíe a usted? Sí. ¿Qué otras personas lo acompañen? Sí. ¿Dinero? Probablemente.
Pero, ¿Y qué de tener una eclesiología robusta?
La eclesiología no puede suponerse ni debe considerarse como una distracción para la “misión” del plantador de iglesias. Tampoco debe considerarse un tipo de complemento que usted puede agrega aquí y allá conforme tenga necesidad. Al contrario, la eclesiología debe informar, instruir y hasta estimular la misión de plantación de iglesias para la gloria de Dios.
En otras palabras: usted que es plantador de iglesias necesita una eclesiología robusta que esté bien establecida antes de comenzar a intentar plantar una iglesia.
Una iglesia es más que una reunión de personas en torno a un punto de predicación y alabanza. Existen directrices bien definidas que nos fueron dadas por el Señor. Esas directrices distinguen a los cristianos en el mundo, con el fin de prefigurar una ciudad mejor, una ciudad en la cual todos viviremos por la eternidad. Debemos dedicar tiempo para pensar en esas directrices e instituirlas cuidadosamente para bien de nuestro prójimo y para la gloria de Dios.
Plantamos la iglesia Restauración aquí en el Distrituo de Columbia, en el 2010. Permítame acompañarlo a través de cuatro preguntas que fueron instructivas para nosotros cuando comenzamos nuestro trabajo.

  1. ¿Qué es una iglesia?

Esta pregunta parece ridículamente simplista, pero responderla probó ser una de las cosas más útiles que hicimos.
¿Era nuestro grupo estudio bíblico una iglesia? ¿La reunión de personas con música y predicación era una iglesia? ¿Cómo sabemos que tuvimos éxito al plantar una iglesia?
Al analizar simplemente la palabra “iglesia” (ekklessia) en la Biblia, aprendimos que la iglesia es una asamblea de personas “llamadas”
También encontramos una definición clásica maravillosamente práctica. Esa definición exige tres cosas antes de que una reunión de cristianos  pueda ser considerada como una “iglesia”:

  • La predicación correcta de la Palabra de Dios (Proclamar el Evangelio)
  • La administración correcta de las ordenanzas (Representar el Evangelio)
  • Ejercer la disciplina eclesiástica restauradora (Proteger el Evangelio)

Armados con esa definición y esas tres descripciones, supimos cómo luciría nuestro objetivo y nuestro éxito.

  1. ¿Quiénes componen una iglesia?

La respuesta a esa pregunta puede parecer fácil, excepto por todas aquellas alertas en la Biblia sobre: los falsos maestros, cristianos profesantes que no perseveran y aquellos que hacen cosas en el nombre del Señor, pero que nunca fueron realmente conocidos por Él. Por lo tanto, sabíamos que necesitábamos tener cuidado con quiénes podían ser identificados como la iglesia.

  1. ¿Quiénes participan de las ordenanzas?

Una vez que se aclaró la definición de iglesia y de las personas que la deben componer, comenzamos a discutir la relación entre la iglesia y las ordenanzas del bautismo (Mateo 28.19-20) y de la Cena del Señor (Marcos 14.22-25, I Corintios 11.17-33)
Las ordenanzas fueron dadas a la iglesia como señales o indicadores de los embajadores del Reino. Por lo tanto, sabíamos instintivamente que no las debíamos practicar hasta que nos convirtiéramos en una iglesia.
El 28 de marzo de 2010, tuvimos una ceremonia en la cual los miembros se comprometieron unos con otros de acuerdo con nuestra Declaración de fe y un Pacto de la Iglesia. Después, otro hombre y yo fuimos establecidos como ancianos y solamente después de eso practicamos el bautismo y celebramos juntos la Cena del Señor.
Usted puede imaginarse la alegría de aquellas personas aquella noche cuando nos reunimos y nos convertimos en una iglesia. Exactamente aquello por lo cual habíamos estado orando, enseñando y hablando durante muchos meses, finalmente se volvió una realidad. Una iglesia fue plantada y Cristo fue exaltado ya que otra reunión de cristianos fue distinguida de el mundo por las directrices claras y enfáticas de la membresía, el bautismo y la Cena del Señor.

  1. ¿Cuál es mi trabajo como pastor?

Fuimos establecidos como pastores porque nuestro pueblo había sido instruido al respecto en las epístolas pastorales (I Timoteo 3.1-7; Tito 1.5-9). Una vez que nos constituimos como iglesia y fuimos oficialmente llamados como pastores, tomamos nuestras instrucciones a partir de Hechos 6.1-6 y Hechos 20.17-35.
Esos pasajes nos dicen que la mayor parte de nuestro trabajo consiste en predicar, orar y vigilar por causa de los posibles lobos, pastorear al rebaño, cuidar de nosotros mismos, cuidar de nuestras familias y hacer discípulos. Hebreos 13-17 también se destacó en nuestras mentes: daremos cuenta a Dios de cómo cuidamos de esas personas.
La Eclesiología es importante.
Una eclesiología clara al inicio definió nuestra orientación para la plantación de iglesias. Nos direccionó, nos dio coraje y nos mantuvo enfocados en el plan de Dios para su pueblo. El trabajo fue y continúa siendo difícil. Pero nunca nos hemos arrepentido de empuñar la espada de la Palabra de Dios en el arduo trabajo de plantar iglesias.
La eclesiología es una de las metodologías de Dios para Su gloria. No desacelera ni se desvía de la misión. En vez de eso, estimula la misión de la iglesia distinguiendo al pueblo de Dios en el mundo. Pablo escribió a una iglesia local y les dijo que eran

“… hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2.15)

Plantador de iglesias, piense en estas cuestiones ahora. No espere a instituir convicciones claras después de reunir una multitud, sino establézcalas cuidadosamente tan pronto como usted sea enviado. Explique a los que están a su lado lo que usted está y no está haciendo, para que ellos puedan estar informados para el bien del prójimo y para la gloria de Dios.
 

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