La Celebración de la Navidad

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Si usted no celebra la Navidad y pertenece a una iglesia que no la celebra, no tiene mucho de qué preocuparse. Si usted sí celebra la Navidad y pertenece a una iglesia que la celebra, tampoco tiene mucho de qué preocuparse.
El artículo tiene como intención ayudar a los que han sido enseñados que es incorrecto celebrar la Navidad, pero ahora forman parte de una iglesia que sí la celebra y entonces se sienten incómodos o inseguros de participar con sus hermanos en las actividades relacionadas con la Navidad.
Los que nos adherimos a la teología reformada, solemos ser admiradores del movimiento puritano inglés de los siglos 16 y 17. Uno de los principios que ellos enseñaron se denomina “el principio regulativo”, que consiste en afirmar que el culto a Dios está regulado por Él mismo en las Sagradas Escrituras. Los protestantes Luteranos y Anglicanos llegaron a eliminar de sus cultos todo lo que era prohibido por Dios, pero los Puritanos fueron más allá y enseñaron que no debemos añadir al culto ningún elemento que no haya sido expresamente ordenado por Dios, de manera que no solo suprimieron lo prohibido, sino que suprimieron lo que no estaba ordenado por Dios.
Los adherentes a la Confesión de Fe Londres consideramos a los Puritanos nuestros antepasados y por lo tanto nos adherimos al principio regulativo , sin embargo, muchos de nosotros diferimos en cuanto a la posición que nuestros antepasados Puritanos sostuvieron con respecto a la celebración de la Navidad.
Los Puritanos se esforzaron en purificar el culto de todo resto de catolicismo romano y en este afán, llegaron a prohibir la celebración de la Navidad.
Debemos entender la actitud puritana según las circunstancias en que ellos vivieron y según las motivaciones que los impulsaban.
La Iglesia católica romana había establecido un calendario con muchas festividades para imponer la observancia de días especiales de guardar como si fueran mandamientos de Dios. Para los Puritanos esto era incorrecto y trataron la festividad de Navidad como uno de esos días impuestos por el catolicismo.
Sin embargo, la Navidad tiene un origen mucho anterior al establecimiento del catolicismo romano y su papado. Fue hasta siglos después que se llegó a imponer la asistencia obligatoria al culto público en ese día de Navidad y se incluyeron ceremonias especiales como la misa de media noche para antes de la Navidad, etc. Las tradiciones como los rezos ante el pesebre y la adoración del niño Jesús fueron de creación mucho más tardía.
No hay mandamiento en la Biblia para celebrar días especiales aparte del día del Señor que es el primer día de la semana. Por lo tanto, sería incorrecto imponer cualquier otra celebración religiosa al pueblo cristiano que no sea la de congregarse cada domingo en el nombre del Cristo resucitado. Nosotros no consideramos que hay un solo “Domingo de resurrección” en el año, sino 52 domingos en el año.
Con lo dicho anteriormente, afirmamos que ningún cristiano debe sentirse obligado a celebrar la Navidad si su conciencia le impide hacerlo con fe, porque lo que no se hace con fe, es pecado. (Romanos 14.23).
Ahora bien, el pueblo de Dios fue enseñado por Dios a celebrar. En el Antiguo Testamento Dios estableció fiestas específicas que debían ser observadas por el pueblo de Israel. Las tres fiestas anuales y por otro lado, también ellos mismos establecieron celebraciones a partir de eventos históricos importantes en la vida de la nación.
La Navidad no es una fiesta ordenada específicamente y por lo tanto su celebración no debe ser requerida como un precepto, pero considero que sí es una fiesta válida que surge del pueblo redimido en circunstancias especiales en las cuales fue necesario enfatizar la Cristología, es decir, la doctrina de Cristo, en particular, la encarnación del Verbo. Estamos hablando de los primeros siglos del Cristianismo cuando comenzaron a surgir herejías en cuanto a Cristo.
Volviendo a Israel, había dos fiestas surgidas de la vivencia del pueblo, que ellos celebraban que no provenían de un mandado específico de Dios: el Purim y la fiesta de la Dedicación del templo.
El Purim fue establecido para celebrar cómo Dios salvó milagrosamente a los judíos del decreto de muerte durante el reinado del rey Asuero (Ester 9). La fiesta de la Dedicación era una fiesta establecida por Judas Macabeo y sus hermanos como recordatorio de la purificación del templo y la renovación del altar, después de la profanación realizada por el rey griego Antíoco (I Macabeos 4; II Macabeos 10). (Se dice que ese rey profanó el templo judío ofreciendo un cerdo en sacrificio en el altar)
Es muy probable que Cristo y sus discípulos participaron de estas fiestas que eran parte de la vida nacional y religiosa del país. (Juan 10.22)
Algunas personas tienen problemas de conciencia para celebrar la Navidad porque han leído escritos en los cuales se asocian las prácticas navideñas al paganismo, pero la realidad es que en muchas ocasiones esas referencias a las prácticas paganas de pueblos antiguos tienen una fuente incorrecta y la gente solo está repitiendo lo que escuhó decir a un oponente de la Navidad sin investigar más a fondo.
El autor de un libro que fue usado contra la celebración de la Navidad, (Ralph Wooodrow, «Babilonia Misterio Religioso»), reconoció que él mismo tomó sus datos de una fuente que luego se dio cuenta que no era primaria ni fidedigna.
Este autor que antes se oponía a la Navidad se retractó eventualmente de lo que escribió y ha solicitado que su libro no sea publicado más:
(Ver artículo de ese autor  AQUI)
La información que él usó había sido tomada de un libro del siglo 19 titulado «Las dos Babilonias» en el cual un pastor de nombre Alexander Hislop incluyó datos que no eran históricamente comprobables.
Aparentemente el celo anti-católico de aquel pastor presbiteriano le llevó a faltar a la verdad y asegurar datos que no podían ser comprobados.
Debemos tener claro que los cristianos no celebramos ninguna de las cosas que los paganos solían celebrar. Tampoco la similitud en algunos elementos (sobre todo decorativos) que se conservan y que provienen de una época anterior al cristianismo deberían afectar nuestras conciencias, porque nosotros estamos en Cristo, no estamos celebrando lo que los paganos celebraban.
El hecho de que los paganos tuvieran una costumbre o práctica no es un argumento suficiente para que los cristianos tengamos que rechazarla, debemos ejercer discernimiento y ver si es una práctica pecaminosa o no. (I Corintios 10.23)
Consideremos el ejemplo de la celebración de una ceremonia nupcial. En la Biblia no aparece detalladamente regulado  cómo debe realizarse una boda, solo vemos que era principalmente una fiesta familiar o comunal. Por otro lado, el uso del anillo en las bodas, parece tener un origen egipcio (otros afirman que su origen es romano). ¿Deberíamos por eso prohibir las ceremonias de boda y el uso de los anillos?
Celebramos ceremonias nupciales como una forma de solemnizar el pacto matrimonial, y usamos ese símbolo del anillo que los paganos usaban, dándole un significado mucho más excelente en el contexto cristiano. Pero aun así, aunque consideramos la ceremonia religiosa una costumbre buena y recomendable para dar testimonio, nunca obligamos a nadie a celebrar una ceremonia religiosa para su boda, una pareja podría optar únicamente por celebrar el acto civil ante la ley.
Otro ejemplo: en la Biblia nunca encontramos un mandamiento para construir sinagogas. Los judíos las construyeron en la época posterior al exilio y siguieron esta práctica de reunirse en el día de reposo en ellas. Cristo y sus apóstoles tuvieron la costumbre de visitar la sinagoga en el día de reposo también y la Iglesia, después de la época de las persecuciones comenzó a construir lugares de culto también. Estamos siguiendo una costumbre y tradición judía que la Biblia no ordena pero que surgió de las circunstancias del pueblo.
He mencionado las bodas y las capillas como un ejemplo de costumbres, que sin estar ordenadas específicamente por Dios, han servido para ayudar a cumplir los mandamientos de Dios de una mejor manera.  Pero debe quedar claro que podemos prescindir de la ceremonia de bodas, pero no del matrimonio y podemos prescindir de tener una capilla pero no de reunirnos en el día del Señor. Los elementos ordenados no pueden suprimirse, pero las circunstancias sí pueden variar.
Una fiesta como el Purim o como la Dedicación, podía ser observada por los judíos convertidos al cristianismo y ser considerada dentro de la libertad a la cual hace referencia el apóstol Pablo en Romanos 14.25. Sin embargo, Pablo afirma categóricamente que  no debían participar de los otros ritos del judaísmo que se cumplieron en Cristo.
Nuestra propuesta para lo que debería hacerse en Navidad es bastante similar a lo que se hacía el pueblo hebreo en el Purim, pero los cristianos tienen una razón aún mayor para regocijarse, porque no fuimos salvados solamente de una muerte física, sino que hemos sido redimidos del pecado y de la muerte eterna, leamos:
…que celebrasen el día decimocuarto del mes de Adar, y el decimoquinto del mismo, cada año, como días en que los judíos tuvieron paz de sus enemigos, y como el mes que de tristeza se les cambió en alegría, y de luto en día bueno; que los hiciesen días de banquete y de gozo, y para enviar porciones cada uno a su vecino, y dádivas a los pobres.” (Ester 9.21,22)
El Purim no fue ordenado por Dios por medio de algún profeta, fue una celebración que surgió del mismo pueblo consciente de los grandes hechos del Señor, pero lo que debemos notar es que esto no supuso algún cambio en el culto a Dios, entonces no se quebranta el principio regulativo de la adoración. Esta es una celebración del pueblo de Dios y basada en un acto de Dios, pero  no se impone como parte del culto prescrito por Dios, no es algo que se incluyera en los ritos del templo, más bien era una fiesta familiar y comunal.
Debemos pensar en la Navidad en una manera similar. Esta debe ser una festividad del pueblo de Dios a partir del maravilloso evento de la encarnación del Verbo porque este fue el cumplimiento de las profecías sobre la promesa del Mesías. Sin embargo, aunque consideramos apropiado y útil que las familias e iglesias se alegren conmemorando la Natividad del Señor, no podemos obligar a nadie a celebrar, ni creemos que ese día tenga que ser observado como se observa el día del Señor.
El asunto de la inexactitud de la fecha de la Natividad considero que es algo irrelevante, de manera que no lo trataré aquí, pero suelo hacer la comparación con respecto al año de su nacimiento.  ¿Vamos a celebrar el fin del año 2014? ¿Es esto exacto? – Sabemos que hay un margen de error en el cálculo y puede ser que el Señor no naciera hace exactamente 2014 años, pero lo importante es que Él vino. Como cristianos, celebramos que hace aproximadamente 2014 años, el Verbo se hizo carne, eso es lo que celebramos.
En el siglo IV no establecieron esta fecha de Navidad de una manera antojadiza, ni fue solo un intento de cristianizar una costumbre pagana. Todos aceptamos que hay objeciones en cuanto a la exactitud  de esta fecha, pero ese no es el punto de la celebración.
Otro ejemplo de que no debemos permitir que nuestra conciencia sea afectada por las antiguas costumbres paganas es el hecho de que el primer día de la semana fuera para los paganos el día del sol. De hecho en inglés aún se llama así (Sunday), pero esto no debe impedirnos cumplir con el mandamiento de guardar este día como el día especial de adoración para los cristianos.
Lo que nosotros hacemos en Domingo, no tiene nada que ver con lo que los paganos hacían en ese día. En el propósito de Dios esto se ve como una victoria sobre la idolatría pagana, el hecho de que Dios resucitara a su Hijo en este día para darle a ese día el significado que ahora tiene.
El mundo impío celebra lo que no sabe, y su celebración es pecaminosa porque no se basa en Cristo, ni es realizada con fe. Pero los cristianos podemos alegrarnos porque un día las huestes celestiales también se alegraron con aquel nacimiento (Lucas 2:13) y Dios mandó a los ángeles en ese mismo día que adoraran al HIJO encarnado. (Hebreos 1:6)
Si usted no celebra la Navidad, no piense que es más espiritual que aquel que sí la celebra. Y si usted la celebra, no critique al que se abstiene de celebrar. Siempre debe prevalecer el amor y aplicar el principio de Romanos 14.3.
Si a usted lo que le molesta es el materialismo y el mercantilismo asociado a la Navidad, sepa que eso nos molesta a todos los cristianos, pero lo que tenemos que hacer es no participar de ese pecado. Se puede celebrar la Navidad sin mundanalidad.
Si usted aún está dudoso al respecto de este tema, le animo a orar y a investigar y tomar una decisión honesta al respecto.
Para los que decidan celebrar el maravilloso milagro de la encarnación del Verbo. ¡Feliz Navidad! Y… “que el cantar de gloria que se oyó en Belén, sea nuestro cántico también”. ¿Cuál fue ese cantar? “Gloria a Dios en las alturas y en la Tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2)

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