Devocional 20/12/2013 – Mateo 1:29

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biblia

“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:29)

Este es un texto apropiado para meditar en esta época en que creyentes e incrédulos celebran la Navidad.
La celebración que el mundo hace no tiene nada de cristiana porque toman el nombre del Señor en vano y aprovechan la festividad del Nacimiento de Jesucristo para sus placeres egoístas, sin haber creído en Él ni reconocer Su señorío, solo les interesa el disfrute de las comidas, bebidas y los regalos.
Por otro lado, muchos cristianos no pueden celebrar con una conciencia tranquila por causa de escrúpulos que no vamos a criticar en este momento, (y que debemos respetar también). Sin embargo, es mi anhelo y oración que esta reflexión bíblica pueda beneficiar tanto a los que celebran como a los que no lo  hacen.
El texto de nuestra reflexión corresponde a las palabras que fueron dichas por el ángel del Señor que se apareció a José en sueños, para confirmarle que el niño que esperaba su prometida María, había sido engendrado del Espíritu Santo.
El nombre JESÚS es una transliteración del nombre griego Iessous, el cual proviene del arameo Yeshua, derivado del hebreo Yehoshua.
Hay sectas que yerran preocupándose con respecto a la correcta pronunciación de este nombre, sin darse cuenta que lo importante al respecto de Jesús no es saber cuál es la pronunciación correcta de su nombre, sino saber Quién es Él y conocerle a Él como único camino a Dios (Juan 14.6).
El nombre Jesús significa Salvador o más exactamente “Jehová salva” – “Yahweh es salvación”.
Debemos concentrarnos en la maravillosa noticia de que Dios envió al Salvador que había prometido, y que este Salvador no es como ninguno de los libertadores que Dios había enviado anteriormente. Había llegado el cumplimiento del tiempo para enviar al prometido Mesías.
La identidad de este Mesías (Cristo, Ungido) es algo esencial para la religión cristiana. Aquel que nació en Belén, no fue un profeta o rey solamente, no era una criatura, sino el Creador, el eterno HIJO de Dios que tomó forma humana (Juan 1:1,2) y esto es lo que aclara el mismo evangelista Mateo más adelante cuando escribe: “… todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es Dios con nosotros (Mateo 1:22,23)
¡Este Jesús es en verdad Dios con nosotros! Dios mismo vino a este mundo en la persona de su HIJO eterno, el Señor Jesucristo.
Esta maravillosa noticia no tiene sentido para muchos. El hecho de que Dios fue manifestado en carne sigue siendo un misterio para los incrédulos (I Timoteo 3.16) ¿Qué aprecio puede tener por el Salvador el que no tiene consciencia de su urgente necesidad de salvación?
Lamentablemente muchos reconocen que necesitan la ayuda de Dios en diversas áreas de sus vidas, como la salud, la situación laboral, financiera o familiar o emocional, etc. Pero muy pocos se dan cuenta del propósito de la encarnación del Verbo de Dios.
Por esto es tan importante enfatizar también las palabras del ángel: “porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” y compararlas con lo que también afirman las Escrituras “Yo, yo Jehová, y fuera de mí, no hay quien salve” (Isaías 43.11)
Es necesario observar que el Evangelista no dice que Él vino a salvar a su pueblo del infierno. Él no vino únicamente a salvarnos del castigo por nuestros pecados sino de nuestros pecados que nos hacen merecer el castigo del infierno.
Todo aquel que afirma haber sido salvado por Cristo debería también tener muy presente de qué fue que Cristo le salvó.
¿Cuáles son esos pecados de los que Cristo te ha salvado? ¿Te ha salvado el Señor o estás todavía en tus pecados y sin esperanza?
 
Algunos ven la salvación como un evento del pasado y otros la ven únicamente como algo que se podrá comprobar en el futuro, pero la salvación incluye tanto el pasado como el futuro y también el presente. Los que son de Cristo, los que pretenden ser Su pueblo, deben entender que Cristo no solo los salvó en el pasado, sino que en el presente Cristo continúa salvándonos de nuestros pecados. Cristo nos salva de nuestros pecados hoy.
Si Cristo es tu salvador, hoy debes creer que Él te salva de esos pecados con los que estás batallando en el presente no tienes por qué dejarte dominar por el pecado.
¡Que se alegre el pueblo de Dios, que se alegre en la salvación de Dios! ¿Eres parte del pueblo de Dios? ¿Te cuentas entre el número de los redimidos por la sangre del Cordero de Dios? Que así sea, Amén.
Pastor Alexander León.

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