Devocional 2 de Octubre, 2013 / Jeremías 17:7

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Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová – Jeremías 17:7

¡Qué gratificante es cuando encontramos promesas y bendiciones en las Sagradas Escrituras! ¿No es así? ¿Quién no desea la bendición de Dios?
En este pasaje el profeta Jeremías utiliza un lenguaje simbólico para describir en qué consiste la bendición: “Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” (Jeremías 17:8)
Esta bendición del Señor se compara entonces a la salud y estabilidad que tiene un árbol plantado en el mejor lugar y con las mejores condiciones.
Las raíces de este árbol beben toda el agua que desean y siempre que la necesitan, por esa razón sus hojas están verdes y no deja de dar fruto.
Como este es un lenguaje simbólico, es importante que logremos interpretarlo correctamente si deseamos obtener provecho de esta lectura.
Es muy frecuente que las personas hagan una lectura ligera de la Biblia sin meditar en el significado de lo que han leído, debemos evitar una actitud tan irrespetuosa ante las palabras que salieron de la boca de Dios.
En este caso debemos evitar el error de creer que Dios está prometiendo aquí prosperidad material continua y que todo va a salir bien siempre a los cristianos porque somos benditos de Jehová. Por otra parte, no debería apoyarse en una promesa como esta aquel que no se detiene a considerar todo lo que implica confiar en Dios.
Es preciso que evaluemos si de verdad nuestra confianza está puesta única y exclusivamente en el Señor. De lo contrario este versículo no podemos aplicarlo a nuestra vida. Si crees que obtendrás el favor de Dios porque no eres tan malo o si crees que te estás esforzando suficiente para merecer la bendición, entonces no estás confiando en Dios. La confianza que se requiere aquí implica que tenemos que creer que lo que el Señor Jesucristo realizó al vivir una vida perfecta y ser sacrificado en la Cruz es suficiente y que no hay necesidad de añadir algo a la maravillosa obra de la redención.
Ahora bien, algunos han sido convencidos para creer que todo lo que tienen que hacer para estar bien con Dios es “una sencilla oración” o asistir a algún retiro espiritual y de forma automática pasan a ser parte de los benditos de Jehová. Pero las experiencias emocionales o sentimentales generadas por métodos de manipulación psicológica no garantizan que hayamos confiado verdaderamente en Jehová. Por esto es que debemos tener mucho cuidado con esto, porque tales son las prácticas más populares y extendidas en nuestros días.
Ahora bien, ¿por qué hacer este comentario en este punto? – Porque no es ninguna casualidad que el profeta, después de escribir tan hermosa promesa añada una advertencia inmediatamente: “Engañoso es el corazón, más que todas las cosas y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9)
¿Cuál fue la razón divina al inspirar al profeta para recordásemos precisamente aquí, el estado del corazón de la raza humana caída?
Pienso que es un momento muy apropiado por el gran riesgo que tenemos al leer acerca de las promesas maravillosas de Dios y engañarnos a nosotros mismos considerándonos receptores de esas promesas.
¿Cómo debe ser interpretado el significado del árbol bien plantado, cuyo verdor es perenne, que nunca deja de dar frutos? ¡Son muchos hoy en día los que fácilmente se apoyarían en un texto así para reclamar bendiciones materiales!
Pero si alguien se atreve a interpretar el pasaje de esta manera, tendría que concluir que los apóstoles y la mayoría de creyentes a través de los siglos no fueron benditos de Jehová porque no alcanzaron tales promesas.
Nuestro corazón engañoso debe ser confrontado al leer este versículo 9 para reconocer cuáles son nuestras motivaciones y qué es lo que buscamos cuando hemos pretendido acercarnos a Dios y cuando afirmamos estar dispuestos a confiar en Él.
El verdadero creyente, el que ha puesto su confianza únicamente en Cristo, lo que debe buscar es verdor espiritual y fruto espiritual. Debemos anhelar una vida espiritual estable, y no vivir en periódicas y cíclicas épocas de sequía y de esterilidad en las que pareciera que no hay ningún fruto. ¿Deseas la bendición de ser un árbol fructífero o solo deseas que te vaya bien en la vida?
Hay cristianos que parecen árboles secos, ¿dónde está el cumplimiento de esta promesa dirigida a los que confían en el Señor? ¿Estás confiando por completo en Cristo o aún te apoyas en tus propias fuerzas? ¿Deseas manifestar visiblemente la obra de Cristo en tu vida? ¿Qué es lo que buscas, tu propio beneficio o la gloria de Dios?
Debemos humillarnos ante Dios reconociendo lo engañoso de nuestro corazón y suplicar más fe para que podamos dar fruto en todo tiempo, mucho fruto para la gloria de nuestro Salvador. Amén.
Pr. Alexander León.

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