Dios debe ser temido: Una anticuada creencia

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Dios debe ser temido: Una anticuada creencia

 ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser temido? – Salmos 90:11

Aunque ya nadie habla de este tema, no se puede negar que la Santa Biblia enseña de manera consistente que el temor a Dios es una característica buena y piadosa de los que son creyentes.

En la cita inicial de un Salmo, Moisés plantea una pregunta de manera retórica, es decir, se plantea como una interrogante que se supone que tiene respuesta obvia, pero ¿cuál es esa respuesta obvia? – Creo que la respuesta a la que él pretende llevarnos es NADIE.

El hombre, en su estado natural, NO conoce realmente el poder de la ira de Dios y esto podemos afirmarlo basándonos primero en las Sagradas Escrituras pero también al observar el comportamiento general de la raza humana, (incluidos nosotros mismos que profesamos tener fe). Son millones los que dicen creer en Dios, pero no experimentan preocupación cuando hacen algo que es contrario a la ley de Dios. En algunos pudiera haber alguna incomodidad en la conciencia, pero pronto aprendemos cómo silenciar la molesta voz de la conciencia.

La mayoría de la gente dice “Yo creo en Dios” y algunos hasta dicen “Yo creo mucho en Dios”, pero ¿qué significa esa expresión?

Posiblemente lo que la gente quiere expresar es que tienen mucha confianza en Dios o que su fe en Dios es grande.

Ahora bien, deberíamos preguntar al que dice tal cosa: ¿Cómo afecta su fe, la forma en que usted vive?

El profeta Moisés tuvo experiencias muy particulares de la presencia de Dios, que se le apareció en un arbusto encendido en el monte Horeb (Éxodo 3.2). Dios utilizó a Moisés para realizar prodigios a los ojos de todo Israel y de los Egipcios, liberarlos de su estado de esclavitud y llevarlos al monte Sinaí donde Dios vino para entregarle Su santa ley, según registra la Biblia:

“… el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad” (Deut. 4.11).

El pueblo de Israel fue testigo de todas estas cosas maravillosas y sin embargo, siguió teniendo un corazón rebelde y menospreciaron aquella ley santa. Por esta razón creo que Moisés tenía sobradas razones para formular esta pregunta: ¿Quién es consciente de cómo debe ser temido Dios?
Parece que no importa cuán terribles cosas nos hayan sucedido y las tragedias que ocurran a nuestro alrededor, seguimos sin tener una clara idea de lo temible que es el Dios que nos ha hablado.

El concepto de Dios que predomina en muchos cristianos es como si Dios, aunque en el pasado se mostró temible (en el Antiguo Testamento), ahora ha cambiado de personalidad y es amor y puro amor. En la mente de las personas este “amor” de Dios no puede coexistir con la realidad de un fuego que consume eternamente, y por esta razón, han fabricado la imagen o concepto de un Jesús que tiende a anular la severidad de Dios.

Sin embargo, en el Nuevo Testamento, el escritor de la carta a los Hebreos, amonesta a los creyentes a “no dejar de alcanzar la gracia de Dios”, y advierte que nosotros no nos hemos acercado a aquellas cosas visibles a las cuales se acercó Israel. Pero en vez de minimizar la situación nos dice esto:

“Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que nos amonesta desde los cielos”. (Hebreos 12.25)

Es una advertencia muy clara: No pretendan jugar con Dios, no crean que alguien puede burlarse de Él.

Los incrédulos, al igual que los falsos creyentes (auto-engañados), seguirán ignorando a Dios que les habla desde los cielos, porque no quieren reconocer la realidad del poder de la ira de Dios, ya que no hay temor de Dios en sus corazones. Pero aquellos a los que el Espíritu Santo ha iluminado para comprender la grandeza de la santidad de Dios, esos sí considerarán el poder de la ira de Dios y entenderán la indignación de Dios contra el pecado y como debe Él ser temido.

Algunos quieren minimizar el temor a Dios redefiniéndolo como respeto o reverencia pero el temor a Dios incluye esas características y mucho más.

El verdadero temor a Dios se expresa la actitud del hijo que de ninguna manera quiere ofender a Su Padre. No se trata solamente de miedo al castigo, aunque debemos tener consciencia de que nuestra vida, salud y bienestar está en Sus manos. Pero no se trata de una actitud servil e interesada, sino de una profunda preocupación por no provocar la ira de Aquel que desbordó Su amor al entregar a Su Hijo por los pecadores.

Todos los seres humanos somos dignos de la justa ira de Dios por causa de nuestros muchos pecados, pero los cristianos se refugian en la cruz de Cristo, es decir, al haber confiado en el perfecto sacrificio de Jesús, ahora son capaces de encontrar reposo y consuelo en Dios mismo y pueden clamar confiadamente junto con Moisés, según él se expresó en este mismo salmo:

“De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días” (Salmos 90.14).

¿Ha gustado usted de la misericordia de Dios? ¿Es capaz de alegrarse en Él? ¿Vive usted para Él? Si es así, esto se demostrará en un sincero y constante esfuerzo de conocer a Dios por medio de Su Palabra la Biblia para vivir como a Él le agrada y para evitar todo aquello que es ofensivo ante Su presencia.

No podremos valorar la gran misericordia de Dios en Cristo hasta que hayamos meditado y entendido el ardor de la justa ira Dios que merecen los pecados que hemos cometido contra Él.

El arrepentimiento y el temor a Dios se consideran creencias anticuadas y la gente prefiere consolarse con el engaño de que “todo está bien” y que “Dios no castigará a nadie”, pero si usted no se ha refugiado en Jesucristo, cada día seguirá acumulando ira. Estas son las palabras del apóstol Pablo:

por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” – Romanos 2.5

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