LAS MARAVILLAS DE LA LEY DIVINA – SALMOS 119:18

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biblia
Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley. Salmos 119:18
La petición que realiza el Rey David en este Salmo nos confronta con la realidad de que si Dios no actúa en nuestro favor, no tendríamos capacidad de ver las cosas como deberíamos verlas. Jesucristo dijo a los judíos: «Si fuerais ciegos, no tendrías pecado; mas ahora porque decís: «Vemos», vuestro pecado permanece» (Juan 9:41)
Muchísimos de los que afirman tener vista espiritual todavía siguen ciegos, y la más clara indicación es aferrarse al pensamiento de que todo está bien.
Nuestros ojos deben ser abiertos por Dios para que podamos tener la capacidad de percibir y apreciar cuán maravillosa es Su ley. Los judíos conocían la ley de Dios pero no les fue de provecho porque no la entendieron en su sentido espiritual, entonces confiaban en sí mismos y no en Aquel que dio esta ley.
La ley de Dios es maravillosa porque Él es maravilloso, la ley del Señor es santa porque Él es Santo, pero no podemos percibirlo así hasta que el Espíritu Santo nos abra los ojos para comprenderlo, de lo contrario veremos en la ley de Dios una pesada carga.
El llamado de Dios para que andemos en santidad no es otra cosa que un llamado a vivir respetando Su ley, pero es preciso que comprendamos primero nuestra insuficiencia para aprender a depender de Él y caminar en santidad.
Volviendo al asunto de la capacidad para apreciar la ley de Dios correctamente el apóstol Pedro habló de algunos que «tienen la vista muy corta» (II Pedro 1:9). Según el apóstol estas personas son las que fallan en añadir a la fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor… (II Pedro 1:5-8)
Esto debe llevarnos a reconocer que ninguno de nosotros tiene una vista perfecta y es por esta razón que no podemos admirar las maravillas de la ley de Dios.
Cada vez que leamos la Biblia, acerqué monos a ella con la actitud que tenía el salmista, pidiendo que nuestros ojos sean abiertos para poder reconocer cuánto nos falta y con un ferviente anhelo de mejorar, porque de lo contrario estaremos ociosos y no daremos el fruto que se espera de nosotros.
Más importante aún que todo el esfuerzo que podamos realizar por entender y aplicar la ley del Señor en nuestra vida está la consideración de la motivación que nos impulsa a ello, porque fácilmente podríamos perder el rumbo.
La única motivación que la Biblia nos enseña para que los hombres procuren entender la ley del Señor y cumplirla es glorificar a Dios, es decir, mostrar un agradecimiento y alabanza a Dios. Solo aquel cuyo corazón ha sido transformado por Dios y que entiend lo inmerecido de la gracia salvadora de Dios en Jesucristo puede mirar la ley como un medio de glorificar a Dios, los demás optarán por ignorar la ley o bien pensarán que el cumplimiento de los mandamientos les garantizan la salvación.
Que nuestras oraciones incluyan siempre este ruego a Dios, para que nuestros ojos sean iluminados, nuestras conciencias despertadas y nuestro corazón pueda arder de amor por Cristo y esto nos impulse a obedecerle. Amén.
 
 
 
 

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