ACERCA DE LA PUNTUALIDAD – Por Conrad Mbewe)

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Estimados amigos,
Hay un predicador africano, al cual le han dado el apodo de «El Spurgeon Africano», porque es un excelente predicador, escritor y ha promovido diversas obras de bien social entre ellas orfanatorios y una universidad, además es un conferencista muy solicitado. Es un pastor bautista de Zambia que se llama Conrad Mbewe.
Con alguna frecuencia sigo el blog de este hermano y le he solicitado permiso para traducir parte de su material, porque tiene artículos que son pertinentes en nuestro contexto también. Esta ha sido su respuesta a mi solicitud:
Conrad Mbewe

  • Alexander, I am humbled at the thought that you find something in my blog posts worth your translation efforts. By all means, you have my full permission. I hope some Spanish speaking people will find the writings a great tonic for their souls!
Lo que dice es: Alexander, me siento humillado al pensar que encontraras algo en las publicaciones de my blog digno de tus esfuerzos de traducción. De todos modos, tienes mi total permiso. Espero que algunas personas hispanoparlantes encuentren en estos escritos estímulo para sus almas!
De manera que aquí va el primer post de su blog (A letter from Kabwata)

Retrasos en las bodas en África.

Tenemos que admitirlo; los Africanos somos muy malos en nuestra puntualidad. Me admiro al considerar que son pocas las personas se presentan a la hora convenida. De una congregación de cien personas, ¡menos de 10 están a tiempo! Si es una reunión de dos personas, alguno de los dos llega tarde diciendo un chiste, en vez de sentirse avergonzado por ello. No se hace un esfuerzo, ni aún en esta era de los celulares, para avisar a la persona que espera con respecto al retraso. Hasta hemos apodado esta triste realidad como “la hora Africana”.
Si esto es generalmente cierto, se vuelve aún peor cuando se trata de bodas – y es que las novias (y sus matronas) son las culpables principales. Los invitados tienen que esperar por horas antes de que el evento inicie y no se ofrece ninguna disculpa por la tardanza. Se asume que los invitados entienden… después de todo, – se trata de nuestra boda, algo que ocurre una sola vez en la vida.
Esto está mal. Nosotros, los Cristianos Africanos debemos ser “Cristianos que, de paso, somos Africanos” y no “Africanos que, de paso, somos Cristianos”. La Fe Cristiana tiene que cambiarlo todo en nosotros – incluyendo nuestra puntualidad. Como Cristianos, tenemos que imitar el ejemplo de Dios, cuya puntualidad es perfecta. Por ejemplo, Él dijo a Abraham, “¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado, volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo.” (Génesis 18:14). Y de seguro, en el tiempo señalado – ¡Sara tuvo un hijo!
De forma similar, Dios espera que su pueblo sea puntual con Él. Por ejemplo, Él dijo a los Israelitas, “Los hijos de Israel celebrarán la pascua a su tiempo” (Números 9:2). Y, recordemos que ellos no tenían relojes – tenían que estar pendientes del momento de ocaso. Aún así, Dios esperaba que cumplieran lo estipulado a la hora convenida, y no llegar al lugar de adoración como si estuvieran saliendo por una cerveza en el bar del pueblo.
Sumemos a esto el horario perfecto que Él infundió en el movimiento de los planetas en los sistemas solares del universo, y veremos que no podemos dudar de que el tiempo le importe a Dios. Los que somos Cristianos deberíamos asegurarnos de que las señales visibles de nuestra piedad sean la etiqueta que ponemos en la comodidad llamada tiempo. La puntualidad es la forma en que lo demostramos. Solo entonces, otros en nuestra cultura lo notarán.
Entonces, teniendo convicción de esto, me puse una regla hace mucho, de que las bodas que oficiaría terminarían a la hora convenida, sea que comenzaran tarde o no. También le digo a la pareja que se va a casar que, dependiendo de cuán tarde lleguen, ciertos elementos serán eliminados del programa, lo cual solo ellos notarán porque estuvieron en el ensayo. Los invitados no lo notarán – a menos que, por supuesto, el sermón también tenga que desaparecer. Les advierto que les avisen a los fotógrafos, para que en el momento en que comienza la boda no tomen fotos de las bancas, ya que estarán casi vacías. Luego se llenarán. De ese modo, cuando vean las fotos de la boda, no sentirán que realizaron sus votos en una iglesia casi vacía.
Finalmente, le dijo a la pareja que se casa que si ellos llegan tarde, no me voy a enojar, así que no es necesario que se disculpen como si hubieran derramado café en mi traje. (Les digo esto porque he estado en bodas  en las cuales la novia o el novio se atrasan y el ministro ha perdido el temperamento. Casi se le puede ver el humo salir de sus orejas!) Por eso, cuando oficio una boda, tomo mi lugar en frente del auditorio “a la hora convenida” – y espero. Si ellos no se presentan para cuando la boda se suponía que tenía que terminar, yo despido a la congregación y procedo a seguir con mis obligaciones pastorales. Tan simple como eso.
Recuerdo en los inicios de los 1990s cuando tomé esta decisión, a pesar de que les había advertido a la pareja que esto es lo que haría, aún así llegaron tarde, después de la hora en que se suponía que tendríamos que haber terminado. Bueno, comprobaron que yo ya había despedido a la congregación y que me preparaba para pedalear (en esos días mi medio de transporte era una bicicleta).  Con pesar, les hice firmar los documentos legales en el parqueo.
Desde entonces, en los últimos veinte años, he tenido unas pocas bodas que han durado treinta minutos, veinte minutos o hasta diez minutos, en vez de la hora y quince minutos que debería durar. Sin embargo, puedo decir con agrado que estas han sido excepciones a la regla. Yo sé que mis colegas pastores en África difícilmente me creerán, pero casi todas las bodas que he oficiado en los últimos veinte años han comenzado y terminado a la hora estipulada. De hecho, durante los ensayos, las parejas suelen decirme que sus amigos les han advertido con anterioridad acerca de esto – y que lamentarían mucho verlos llegar tarde a la boda.
En una ocasión, la pareja que se casaba me dio una invitación de bodas y noté que habían puesto una hora antes de la que me habían citado. Cuando les pregunté sobre eso, dijeron que lo habían hecho a propósito para que la boda empezara cuando la mayoría de la gente hubiera llegado. No lo acepté. La Biblia es muy clara. La palabra de un Cristiano debe ser su compromiso (ver Mateo 5:37, II Cor. :17-20). Si le dices a la gente que los verás a una hora en particular, debes cumplir – aún si ellos llegan tarde.
Lo que ocurre con frecuencia es que los invitados que no están familiarizados con la cultura de la Iglesia Bautista de Kabwata, son los que llegan cuando estoy diciendo la oración final. Y con frecuencia se espantan. “¿Ya la boda terminó? Estabamos seguros que comenzaría tarde, como todas la bodas; así que tomamos nuestro tiempo para llegar. ¿Qué pasó?” ¡Nada!
Así, he probado que los Africanos sí pueden ser puntuales. El “tiempo Africano” es un mito. Entonces, Si podemos llegar temprano a las bodas, que es donde somos más incumplidos, podemos llegar temprano a cualquier otra cosa. Si tenemos los incentivos suficientes, podemos cambiar la cultura. Los que somos líderes tenemos que dar el buen ejemplo. Tenemos que llegar a tiempo a nuestras citas – sean con Dios o con los hombres. Luego tenemos que demandar que el pueblo de Dios siga nuestro ejemplo. Seamos honestos – a veces llegaremos tarde. Sin embargo, cuando nos damos cuenta que estaremos atrasados, es nuestro deber informar a la otra parte (lo cual no es problema en esta era de celulares) y disculparnos al respecto. ¡Llegar tarde no es gracioso!

Ha habido dos ocasiones en las cuales he incumplido esta regla. La primera fue el año pasado. Tomé mi lugar a la hora señalada y el novio llegó a tiempo. Sin embargo, la novia llegó tarde –  muy tarde. Podía leer las mentes de los invitados que conocían mi regla. Ellos sabían que esta iba a ser una boda muy breve – probablemente de diez minutos. Para sorpresa de ellos, la boda se realizó con la duración completa. La razón por la cual quebranté mi regla fue ¡porque el sermón era sobre la paciencia! Necesitaba enseñar al novio que tenían que aprender a ser paciente con su esposa, especialmente en lo que respecta a la puntualidad. No quise restar efecto al tema del sermón al mostrar una aparente impaciencia de mi parte. Al comenzar el sermón, le expliqué a la congregación la situación, y entonces todos estuvieron relajados y disfrutaron de la ceremonia completa.

La segunda vez fue el pasado Sábado. Oficié una boda que empezó una hora y media tarde. De todas maneras, la realicé completa. ¿Por qué? Porque era una pareja que ya me había advertido con antelación y las razones que me dieron eran comprensibles. Primero, la boda se realizó en un lugar bastante lejano de la civilización, en los bosques de África. Casi todos los invitados irían allá por primera vez y no sería justo con ellos. Segundo, la novia era traída a la boda en canoa. Y ¡las canoas no tienen velocímetro, de manera que los que están remando sepan que deben hacerlo más rápido para llegar a tiempo!

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Nota del traductor.

Lo único que tenemos que hacer para aplicar este artículo a nuestro contexto es cambiar África por el nombre de nuestro país.

5 Comentarios

  1. excelente, desearia que la gente lo leyera no solo ahi es hora africana , aca lamentablemente es hora tica 🙁 mas en el culto que sin querer uno ve cuando lo interrumpen las personas que llegan tarde y es mas el colmo del descaro llegar ya a la mitad del culto solo para esperar que termine y dirigirse a sus actividades domingeras sin importar que es el dia del Señor.

  2. Muchas gracias por compartir y por tu traducción (¡muy buena, por cierto!). Había escuchado hablar de este pastor africano y tenía buenas referencias, pero nunca tuve la posibilidad de estar en contacto con una prédica suya o algo que haya escrito él… ¡de verdad, ahora pienso que no estaban errados al recomendarlo! 🙂
    Quisiera leer más de él, en cuanto tenga un tiempo (aunque sea en inglés). ¿Me pasarías su blog? Muchas gracias.

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