Un Diagnóstico de urgente necesidad…

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1896
«Como el Ciervo bramma por las aguas…»

Hace muchos años realicé la traducción de este artículo que hoy voy a compartir , porque me pareció excelente el tema, excelente la forma en que el escritor lo abordó y excelente la aplicación.
Incluso mandé a comprar el libro del cual fue tomado este extracto: «10 Questions to diagnose your spiritual health».  Este libro fue escrito por Donald Whitney en el año 2001.

Sin embargo, aunque había comprado el libro, no había forma que lo leyera, lo comenzaba y no lo terminaba, etc. Me enfrentaba a una dura tarea de reconocer mi estado espiritual.
Es una triste realidad que el ser humano es capaz de asentir con su mente y hasta afirmar que de corazón cree en la Doctrina del Evangelio Bíblico, pero sin embargo, estas doctrinas pueden no ser aplicadas correctamente a la vida diaria, porque solo el Espíritu Santo puede capacitarnos para realizar semejante tarea.
La bendita gracia de Dios finalmente me alcanzó y hoy sí puedo decir que toda la sed que tenía fue satisfecha por el agua viva de Cristo y que en Él encontré satifacción del hambre que mi alma sufría. Hoy puedo decir con convicción y sinceridad que me deleito en beber y comer de Cristo por medio de Su Palabra y que esta es viva y eficaz en mi vida.

¿SE SOMETERA USTED A ESTE DIAGNÓSTICO QUE  PRESENTARÉ HOY?

(Este es un capítulo del libro: Diez preguntas para diagnosticar su salud espiritual por Donald S. Whitney – Traducido por Alexander León J – alexander.leon@fereformada.org )

“El deseo santo, expresado por anhelos, hambre y sed de Dios y por la santidad, se menciona con frecuencia en las Escrituras como una parte importante de la Fe verdadera.”Jonathan Edwards.

“Señor, deseo conocerte mejor”, cantó Mike, justo antes del sermón. Uno de mis profesores de hace años en el Seminario, que era el predicador invitado en nuestra iglesia, estaba sentado junto a mí en la banca del frente y escuchaba muy atento. Mientras Mike cantaba, yo podía escuchar a mi viejo amigo suspirar ocasionalmente. Cuando terminó la canción, T.W. se quedó quieto por tanto tiempo que pensé que había olvidado que él era el que tenía que predicar. Al volverme para recordárselo, pude ver que respiraba con fuerza. Finalmente, abrió sus ojos y fue hacia el púlpito. Aún allí, tardó como un minuto antes de poder hablar. Y entonces dijo: “Señor, Yo quiero conocerte mejor.” Dejó por un momento las palabras que había preparado, y habló de su sed de Dios, de su deseo de conocer a Cristo más íntimamente, de poder llegar a obedecerle más completamente. Este hombre, que había seguido a Cristo por más de cincuenta años, todavía estaba cautivado por la dulzura de este deseo santo. Más de cincuenta años de ser un discípulo de Jesús, y la gracia del crecimiento todavía florecía en él.

Han pasado diez años desde aquella mañana de Domingo. He visto a T.W. por lo menos una vez al año, y las cosas de Dios nunca han dejado de ser la fuerza magnética que empuja las aspiraciones de su corazón. Hace dos meses me encontré con él en un viaje de la Convención (Convención Bautista del Sur), íbamos de regreso al Hotel. Aunque ya casi tiene 70 años, y está debilitado por una cirugía cardiaca, sus ojos brillaron de nuevo en la media hora en que estuvimos conversando cuando me contaba lo que estaba aprendiendo con respecto a la disciplina de la oración. Aún cuando su cuerpo se debilita, sus anhelos por Dios reflejan la fuerza de su alma.

El Apóstol Pablo seguramente también impresionó a otros de la mima manera en su época. A pesar de su madurez en Cristo, de todo lo que había visto y experimentado, al final de su vida describe la pasión que lo movía (Filipenses 3:10): “a fin de conocerle”. ¿De qué está hablando? ¿No conocía Pablo a Cristo, de forma más cercana que muchos otros? Claro que sí, él conocía a Cristo. Pero entre más conocía a Jesús, más quería seguir conociéndole. Entre más progresaba Pablo en su fortaleza espiritual, más sediento por las cosas de Dios se volvía.

Con una sed similar, el escritor del Salmo 42:1-2 oraba: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti Oh Dios, el alma mía, mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?”. Pregúntese ahora, ¿describe este salmo la sed que usted siente por Dios? Si es así, anímese: sea cual sea su situación en otras áreas, esta sed que usted siente por las cosas de Dios es un signo de crecimiento en su alma.

TRES CLASES DE SED ESPIRITUAL

Aunque no se perciba en todo momento, toda alma tiene sed en algún sentido. Dios no nos creó para que estuviéramos contentos con nuestra condición natural. De una forma u otra, en mayor o menor grado, todos deseamos algo más de lo que tenemos ahora. La diferencia entre las personas está en la clase de sed que tienen sus almas.

LA SED DEL ALMA VACÍA.

El hombre natural, es decir, el inconverso, tiene un alma vacía. Al no tener a Dios, la persona está constantemente buscando algo más para llenar su vacío. Las cosas que busca pueden incluir: dinero, sexo, poder, casas, tierras, deportes, entretenimientos, diversión, trascendencia, búsqueda de significado, educación, etc., Es decir básicamente “hacen la voluntad de la carne y de los pensamientos” (Efesios 2:3).
Agustín de Hipona afirmó hace más de mil años: “Nos has hecho para Ti mismo, y nuestros corazones no tendrán descanso hasta que encuentren el descanso en Ti”. El alma vacía va de un lado a otro, siempre buscando y sin encontrar descanso, , incapaz de llenar el vacío de su corazón.

A pesar de tener sed y de estar en esta búsqueda, el alma es ciega a esta necesidad. No hay nada ni nadie en este mundo que pueda satisfacer completamente, pero la persona no sabe a dónde poner su mirada excepto en alguna cosa debajo del sol, (en vez de ponerla en el que está por encima del sol). Al igual que Salomón, descubrirá que independientemente de lo excitante que al principio parezcan las cosas, todo llega a ser “vanidad y aflicción de espíritu”. (Eclesiastés 1:14).

Cuando un Cristiano observa a una persona con el alma vacía, sabe que lo que esa persona necesita solamente lo puede encontrar en Aquel que dijo: “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4:24). Algunas veces el alma vacía busca llenarse en cosas más serias o de carácter espiritual y entonces los Cristianos tienden a pensar que esto es sed de Dios. Pero el mundo no tiene este tipo de sed. “No hay quien entienda, no hay quién busque a Dios” (Salmo 14:2 y Romanos 3:11). Solo hasta el momento en que el Espíritu Santo toca la lengua espiritual del alma vacía, y solo hasta entonces, esa persona sabrá lo que es “gustar y ver que el Señor es bueno” (Salmo 34:8). El hecho de que alguien esté buscando algo que solo se encuentra en Dios, no significa que esté buscando a Dios. Una persona puede desear y luchar por la Paz y sin embargo no tener interés en el Príncipe de Paz. Muchos de los que afirman estar “buscando a Dios” no tienen sed de Dios, no lo aceptan de la manera que Él se ha revelado en las Escrituras, solamente aceptan a Dios como ellos quieren que Él sea, o un Dios que les pueda dar lo que ellos quieren.

La ironía del alma vacía es que aunque está insatisfecha perpetuamente en muchas áreas de su vida, en lo que se refiere a la necesidad de Dios, fácil y rápidamente se siente satisfecha. Su actitud hacia las cosas espirituales es la de aquel hombre que dijo a su alma en Lucas 12:19: “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años, repósate, come, bebe, regocíjate.” El alma vacía puede desear muchas cosas en la vida, pero nunca tendrá lo que Jonathan Edwards describió como: “un deseo santo, mostrado en anhelos, hambre y sed de Dios y de la santidad”, lo cual sí experimentan los Cristianos. La gran tragedia para el alma vacía es que si en esta Tierra nunca llega a sentir sed de Dios de forma apropiada, experimentará sed cuando se encuentre en el Infierno y vanamente clamará por un dedo mojado en agua para aliviar su lengua, como el rico en Lucas 16:24.

SED DEL ALMA EN SEQUEDAD.

La diferencia entre un alma vacía y un alma en sequedad es que la primera nunca ha experimentado “los ríos de agua viva” (Juan 7:38) mientras que la otra sí conoce lo que le hace falta. Esto no quiere decir que el alma en sequedad pueda perder la presencia interior del Espíritu Santo, puesto que Jesús dijo que “el agua que yo le daré será una fuente que salta para vida eterna” (Juan 4:14)

Entonces, ¿Cómo es que un verdadero creyente en Jesús puede volverse un alma en sequedad, si Cristo prometió: “el que bebe del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”? (Juan 4:14)

El Pastor/Escritor John Piper estaba leyendo este texto una mañana y exclamó, “¿Qué quiere decir esto? ¡Yo sí tengo mucha sed! ¡Mi iglesia tiene sed! ¡Los pastores que oran conmigo tiene sed! Oh Jesús, ¿Qué quiere decir esto?

Conforme meditaba en el pasaje, parece que el Señor le iluminó sobre Su palabra y entonces John Piper explica nos comparte esta explicación con respecto a las palabras de Jesús:

“Cuando bebas de mi agua, tu sed no se va a acabar para siempre. Si fuera así, no volverías a tener necesidad de ella. Eso no es lo que quiero. No quiero cristianos auto-suficientes. Cuando bebas de mi agua, esto causará una fuente dentro de ti. Una fuente que satisface la sed, pero no significa que nunca más necesitarás agua, sino que habrá agua siempre que la necesites, siempre que tengas sed, habrá agua disponible. Una y otra vez, todas las veces. Por ejemplo en esta mañana, ven y bebe John, bebe.”

Un Cristiano se vuelve árido de tres posibles maneras. La forma más común es por causa de estar bebiendo mucho de las fuentes del mundo y muy poco del “río de Dios”. (Salmo 65:9). Si el que tiene sed toma la bebida equivocada, la sed puede agravarse. Cuando estaba en el colegio, nuestro entrenador de fútbol nos daba una tabletitas de sal que nos ayudaban a minimizar la pérdida de fluidos, pero en cierta ocasión experimentó echando sal en nuestra agua para beber, esperando que de forma diluida, esta actuara benéficamente. Mala idea. En el medio tiempo bebí agua hasta que mi estómago quería reventar y ya no podía correr y aún así seguía con sed.

De forma similar, es posible que el salmista hubiera bebido mucho de las salobres fuentes del mundo para que tuviera que escribir dos veces en un mismo capítulo con respecto a gran necesidad de Dios, a la vez que afirmaba que estaba propuesto a no separarse de la Palabra de Dios (Salmo 119:10, 145). Si cierto pecado o pecados captan demasiado su atención, y/o si usted presta poca atención a su comunión con Dios (dos cosas frecuentes), inevitablemente su alma se verá afectada por la sequedad.

Otra causa de la sequedad espiritual en el hijo de Dios es lo que los Puritanos del siglo 17 llamaban “abandonos de Dios”. Mientras que hay ocasiones en las cuales Dios fluye en nuestras almas con un sentido de Su presencia, otras veces nos sentimos deshidratados por un sentido de Su ausencia. Debo aclarar rápidamente, que este “abandono” que sentimos es meramente nuestra percepción, porque la realidad es que Jesús prometió “Nunca de dejaré ni te desampararé” (Hebreos 13:5). Sin embargo, cuando el Cristiano se siente lejos de Dios, cree que se encuentra en el “valle de sombra de muerte” (Salmo 23:4) o como cuando Jesús clamó “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Las palabras de David en el Salmo 143:6-7 describen las emociones de aquellos que tratan de orar desde un desierto espiritual. “Extendí mis manos a ti, Mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu; No escondas de mí tu rostro…”
Por razones que no siempre son claras para nosotros, el Señor nos hace experimentar un sentido de lejanía. Como aquí no estoy exponiendo este tema de forma amplia, el mejor consejo que puedo encontrar es el de William Gurnall: “El Cristiano ha de confiar en Dios aunque no lo sienta cerca”. Cuando el sol se oculta detrás de una nube, sigue estando a la misma distancia que siempre, no está más lejos que cuando se sienten sus rayos. Sin embargo, para el propósito de este capítulo, recuerde que es una buena señal que usted pueda discernir la ausencia de la presencia de Dios. Esta sensibilidad espiritual caracteriza una buena salud espiritual.

Una tercera causa de la aridez espiritual en un Cristiano es la fatiga prolongada, sea física o mental. Tanto las causas como la cura son conocidas, por lo tanto no me extenderé en este punto. Lo que quiero enfatizar es que un creyente no puede sentir su crecimiento espiritual si está demasiado fatigado o exhausto, porque es necesario que tenga tiempo para reflexionar detenidamente con respecto a la realidad de su relación con Cristo y si está extremadamente cansado, no puede hacerlo.

Sea cual sea la causa de la sequedad en el alma de un Cristiano, el creyente es como lo expresa el Salmo 42:1-2 “Como un ciervo que brama por las aguas”. Cuando usted está en esta condición, no hay nada, excepto el agua viva de Dios mismo que pueda calmarlo. Cuando mi hija tenía tres años, fuimos a un restaurante de los que tienen zona de juegos para niños, ella se apartó de la mesa donde comíamos para ir disfrutar de esta área. Allí estuvo por un rato jugando porque prefería jugar que comer. De lejos yo seguía observándola. De pronto ella se dio cuenta que no sabía donde estaba yo. Se llenó de pánico y comenzó a llorar llamándome. En esa situación, el administrador del restaurante podría haberle ofrecido cualquier cosa, juego o lo que sea, y ella no habría quedado tranquila porque yo no estaba con ella. Todo le pareció sin valor sin mi presencia. Una vez que nos reunimos de nuevo, estuvo abrazada a mi por un rato, feliz de estar conmigo. Exactamente es lo mismo con el alma en sequedad. Puede ser que algunas otras cosas lo han distraído por un momento, pero llega el momento en que lo único que importa es volver a sentir la presencia del Padre Celestial.

LA SED DE UN ALMA SATISFECHA.

A diferencia de un alma en sequedad, aunque parezca contradictorio por el momento, el alma que está satisfecha también tiene sed de Dios porque está satisfecha con Dios. La persona ha “gustado” y ha “visto” que el Señor es bueno” (Salmo 34:8), y el sabor ha sido satisfactorio de una manera tan única que la persona sigue deseando más de Dios.

El Apóstol Pablo personifica esto en su famosa exclamación, “a fin de conocerle” (Filipenses 3:10). En las líneas anteriores él había estado hablando de su conocimiento presente al respecto de Cristo. Dice, “Pero cuántas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-9). Y luego, solo un versículo después, el apóstol dice “a fin de conocerle”. Pablo tenía su alma satisfecha con Jesucristo, y sin embargo seguían teniendo sed de Él.

Thomas Shepard, fundador de la Universidad de Harvard, quien fue un pastor influyente en Nueva Inglaterra, explicaba el ciclo de sed y satisfacción de esta manera: “Existe en la gracia genuina un círculo infinito: el hombre que tiene sed recibe, y al recibir tiene más sed”. Conocer bien a Cristo es tan satisfactorio para la sed espiritual porque ninguna persona, posesión o experiencia puede producir el placer espiritual que podemos encontrar el Él. La comunión con Cristo es incomparablemente satisfactoria y no hay ninguna desilusión en todo lo que se encuentra en Él. Más aún, la satisfacción espiritual que se encuentra en Él es inagotable. Por encima de todo esto, el Señor en el cual se encuentra toda esta satisfacción, es en sí mismo un universo infinito de satisfacción en el cual uno se puede sumergir y explorar sin conocer nunca un límite. Entonces, no es que hay falta de satisfacción cuando uno conoce a Cristo, y tampoco nos diseñó Dios para que una sola experiencia con Cristo nos sacie de manera que no tengamos más deseos de Él en el futuro.

Veamos la forma en que Jonathan Edwards describió la relación entre el bien espiritual que se disfruta con Cristo y la sed que esto produce:

“El bien espiritual es de una naturaleza satisfactoria; y por esta misma razón, el alma que gusta de este bien, y conoce su naturaleza, ansiará aún más, deseará ser lleno de este bien. Y entre más se experimenta y entre más se conoce la dulzura y la excelencia de este placer incomparable, más hambre y más sed se tendrá, …”

Pregúntese a sí mismo: ¿Su experiencia devocional y de adoración, le ha provisto últimamente de ese gusto por Cristo, de manera que usted queda con ganas de saber más de Él? ¿Es su oración como la de A.W. Tozer cuando escribió?

Oh Dios, he gustado tu bondad, y me ha dado satisfacción y me ha dado sed de más. Estoy dolorosamente consciente de que necesito mucho más de esta gracia. Me avergüenzo de mi falta de ansiedad por ti. O Dios, Dios Trino, quiero desearte; quiero estar lleno de anhelo por ti, tengo sed de tener más sed.

Hermano Cristiano, tales son los deseos que identifican a un alma que está creciendo espiritualmente.

LA BENDICIÓN DE LA SED ESPIRITUAL.

Jesús dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” (Mateo 5:6). ¿Cómo puede ser una bendición tener hambre y sed de justicia?

Dios es el que provoca la Sed Espiritual

La razón por la cual una persona tiene sed de Dios es porque el Espíritu Santo está trabajando dentro de ella. Si usted es Cristiano, dos personas viven dentro de su cuerpo, usted y el Espíritu Santo. Como I Corintios 6:19 lo explica, “O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios y que no sois vuestros”. Y el Espíritu Santo no es pasivo dentro de usted.

Por ejemplo, del mismo modo en que usted puede poner pensamientos en su conciencia, de igual forma Él puede, y Él lo hace. Del mismo modo en que usted puede decidir pensar por unos momentos en las cosas que tiene planeadas para la noche, igual Él puede implantar en usted pensamientos sobre Dios y sobre las cosas de Dios. Esto es parte de su obra y de cómo Él hace que los Cristianos tengan una “mente espiritual” (Romanos 8:5). Otra parte de Su ministerio es provocar en usted sed por las cosas de Dios de manera que usted clame “Abba, Padre” (Romanos 8:15), entre otros signos de vitalidad espiritual.

Charles Spurgeon, aquél inigualable predicador Bautista inglés del siglo 19, se refirió también a la bendición de la sed espiritual:

«Cuando un hombre anhela a Dios, existe una vida secreta en su interior que está impulsándole: ninguno siente hambre de Dios por naturaleza. Ningún hombre anhela las cosas de Dios cuando está en su estado carnal [es decir cuando es inconverso]. El hombre que no ha sido renovado desea cualquier otra cosa antes que a Dios: … Una prueba de que alguien ha sido regenerado es que tiene anhelo por Dios; se trata de una obra de gracia en el alma, y debemos estar agradecidos por esto.»

DIOS PROVOCA LA SED ESPIRITUAL CON EL FIN DE SATISFACERLA.

Dios no hace que alguien tenga sed de Dios para luego dejarlo burlado o frustrado. Él mismo declara, “… no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis.”. Si esto fue cierto para el linaje físico de Jacob (Israel), tiene que ser cierto también para sus descendientes espirituales, es decir, todos los que han creído en el Mesías. Dios crea una sed en el hombre que sólo Él puede satisfacer y lo hace para satisfacerla. “Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta”, es la promesa del Salmo 107:9. Jesús asegura: “Bienaventurados los que tienen hambre y se de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6)

Jonathan Edwards afirmaba que la Escritura enseña que “Los piadosos están diseñados para inconcebible y desconocida felicidad”. Y, “Sin duda Dios es quien logrará este fin enana perfección gloriosa”. Si Dios de verdad nos ha hecho capaces de experimentar plenitud de gozo, y si ha implantado en nosotros este deseo, entonces de seguro:

Dios nos ha hecho capaces de una felicidad y también ha provisto los medios de lograrla, porque tener un deseo que no puede ser satisfecho nunca sería un tormento eterno.

Edwards mantiene, por supuesto, que este anhelo y deseo que llamamos “sed deDios”, es algo que solo será plenamente satisfecho cuando estemos cara a cara disfrutando del Señor mismo para siempre en los Cielos.

Una vez en Su gloria, los creyentes testificarán que “son completamente saciados de la grosura de tu casa, y son abrevados del torrente de tus delicias”. Salmo 36:8

¿Tiene usted sed de Dios? La sed de Dios es un elemento planeado por Dios para el crecimiento espiritual de un alma que desea llegar a su hogar en el Cielo.

PASOS PRÁCTICOS PARA LA SED DESPUÉS DE HABER SIDO SACIADOS.

Si usted tiene una verdadera sed de Dios, querrá más y más de Él.

MEDITAR EN LAS ESCRITURAS.

Hay que notar que “meditar” no es lo mismo que leer. Muchas personas son ávidos lectores de la Biblia, pero si no se añade la meditación se corre el peligro que advertía aquel gran hombre de fe y oración Jorge Muller, “la simple lectura de la Palabra de Dios puede convertirse en información que solamente pasa a nuestra mente, de la misma manera que pasa el agua por un conducto”

Piense en el constante flujo de información que pasa por su mente diariamente, todo lo que usted ve, lee y oye. Muchos luchamos con demasiada información, incapaces de asimilar tantos datos. Si no somos cuidadosos, las palabras de la Biblia pueden volverse otro galón de palabras entre tantas palabras que escuchamos. Si somos como un tuvo por el cual pasa el agua, pero no absorbemos, nuestra sed espiritual no podrá ser satisfecha. La meditación es la forma de absorber la Palabra de Dios.

ORAR CON RESPECTO A LA ESCRITURA.

Cuando usted lea una porción de las Escrituras, incluya en su oración parte del mismo pasaje que ha leído. Y sea que usted lea un capítulo de la Biblia por día o muchos capítulos, siempre después de su lectura, versículo por versículo, deje que las palabras de Dios sean como alas que ahora lleven las palabras de su oración hacia Dios.

Aunque es posible orar con respecto a cualquier parte de la Biblia, yo recomiendo particularmente, aunque usted haya hecho su lectura en otra parte, que se vuelva a los Salmos y que ore con respecto a esto tanto como le sea posible. El libro de los Salmos era el himnario inspirado de Israel. Además, dos veces en el Nuevo Testamento se nos exhorta a los Cristianos a cantar Salmos (Efesios 5:19 y Colosense 3:16). Los Salmos fueron inspirados por Dios mismo con el propósito de que podamos enviar esas palabras de vuelta hacia Dios.

Por ejemplo, usted comienza a orar sobre el Salmo 63. El primer versículo es: “Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; “Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas,”. Usted puede empezar su oración confesando y reconociendo que el Señor es su Dios, agradeciéndole por ser tan bueno, y luego simplemente expresándole a Dios todo lo que es Dios para usted. Seguidamente usted puede expresar la necesidad que usted tiene de estar más cerca de Dios, reconocer que es una bendición este deseo que usted siente, esta sed de Dios. Luego puede ser que usted desee pedir a Dios que implante este tipo de anhelo por Dios en sus hijos o en alguien con el que usted haya compartido el Evangelio. Así puede seguir con el Salmo, orando sobre todo lo que dice el texto. Si no se le ocurre nada con respecto a algún versículo, solamente pase al siguiente.

Los elementos poéticos y transparentes de los Salmos frecuentemente se combinan para que el alma se inflame con pasión por Dios. Los Salmos tratan de una forma realista con el completo rango de emociones humanas, y puede llevarlo de cualquier situación en la que usted se encuentre espiritualmente hasta levantar su alma al Cielo. A mí en lo personal, nada me eleva más y me da una especial comunión con Dios que orar utilizando un Salmo.

LEER LIBROS DE ESCRITORES SEDIENTOS DE DIOS.

Aparte de las palabras inspiradas de Dios en la Biblia, es bueno leer las palabras de aquellos escritores cuyos libros han superado la prueba del tiempo. Aquellos escritores Cristianos que mostraban sed Dios en sus escritos. Si le es posible encontrar la colección de plegarias y devocionales de los Puritanos del siglo 17 llamada “El Valle de la Visión”, estoy seguro que sería de bendición. Nunca menosprecie la lectura del clásico de John Bunyan: El Progreso del Peregrino. También le recomiendo otras obras de la era Puritana, libros de John Owen, Richard Sibbes, Thomas Brooks, John Clavel y Thomas Watson. Disfrute los libros y sermones de Jonathan Edwards y de Charles Spurgeon, porque estos deben ser atesorados mientras esté la Iglesia en esta tierra. Si de publicaciones más recientes se trata, los libritos de A.W. Tozer y de John Pier son excelentes porque sus escritos arden de espiritualidad y verdad.

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6 Comentarios

  1. Muchas gracias Don Alex. por esta publicación. Por la gracia de Dios, hace ya varios años, empecé a tener esa sed de Dios. Fue precisamente leyendo el salmo 42 que me di cuenta de ello.
    Toda la gloria sea dada a Él por los siglos de los siglos.
    También doy gracias a Dios por su presencia y la de su familia, en la iglesia de Lagos. Ustedes son de mucha bendición para los que nos congregamos allí.
    Como siempre decía mi Pastor Misionero ¡Siga Adelante!

  2. Justamente lo que necesito, mi frialdad estaba llevándome a la angustia y he encontrado pasos prácticos y muy útiles para mi vida espiritual. También recomiendo los sermones del hermano Sugel Michelén sobre la decadencia espiritual.
    Gracias por compartirlo

  3. HERMANO:
    YA LEÍ SU ARTÍCULO. LE ESCRIBO TAMBIÉN PARA PREGUNTARLE SI USTED SABE DE HERMANOS QUE QUISIERAN AYUDRNOS EN UNA ESCUELA BÍBLICA DE VACACIONES EN JULIO PRÓXIMO.
    GRACIAS

  4. Gracias. Que angustia es estar a unos pasos del río de agua viva y cristalina, y no poder tomar de el porque tu propio pecado te engaña y te hace resistir beber de esa agua que salta para vida eterna. Gracias que tengo a mi Señor, su Palabra, y hermanos como Alex que nos exhortan a través de la Palabra de Dios a que tenemos el poder y la ayuda del Espíritu Santo para beber tanta agua viva necesitemos para calmar nuestra sed, y que no hay atadura que el Espíritu Santo no pueda zafarnos.

  5. El autor del contenido de esta publicación es el Dr. Donald Withney. Esta enseñanza la compartió en el Congreso Por su Causa en la IBI – República Dominicana. en 2014. La enseñanza que él compartió en esa oportunidad se tituló CÓMO DESARROLLAR INTIMIDAD CON DIOS. – Pueden ver y escuchar la predicación en Youtube, en el canal del MINISTERIO INTEGRIDAD & SABIDURÍA.
    A esto yo le llamo DAR EL CRÉDITO A QUIEN LE CORRESPONDE. ¡La Gloria sea sólo para Dios!

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