LA DEPRESION Y EL EVANGELIO

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 ¿Sabía usted que…

  1. Los desórdenes mentales NO son condiciones médicas/físicas como el cáncer o la diabetes? Todo desorden mental es solo parte de una lista de conductas observadas que han sido etiquetadas y traídas a la existencia por la APA (American Phycological Association).
  2. Nadie puede probar objetivamente el padecimiento de un desorden mental? Hasta el Presidente de la APA admite que no existe un exámen  de laboratorio que pruebe la existencia de la depresión, el ADHD, la bi-polaridad y cualquier otro desorden mental – no hay alguna prueba  cerebral, exámen de sangre,  nada.
  3. No hay razón para tomar una píldora para un desorden mental, como  se tomaría una píldora para una verdadera condición física/médica? La  teoría del desbalance químico del cerebro nunca ha sido probada como  la causa de desórdenes  mentales, a pesar de la creencia popular y de  lo que las compañías farmacéuticas mercadean.
  4. Las medicinas psiquiátricas causan desbalances en el cerebro al  interrumpir el flujo normal de químicos cerebrales? El uso  prolongado puede causar daño permanente al cerebro y otros órganos.
  5. La FDA ya admitió que los antidepresivos y las medicinas ADHD puede causar conducta violenta y suicida en niños y en adultos?  Se ha  documentado apropiadamente que la mayoría de los pistoleros de  escuelas y de asesinos de niños de las últimas dos décadas estuvieron  bajo la influencia de este tipo de medicinas.
  6. Con el tiempo, son más las personas que mejoran sin tratamiento  psicoterapéutico que con el?
  7. Toda teoría psicológica es en el fondo anti-Cristiana?
    ——

Este es un artículo de Mike Cleveland, traducido por Alexander León. 

En la actualidad el Evangelio débil que se predica no parece brindar a  los creyentes la seguridad de que en Cristo y en la consagración y  devoción a Él y a Su Palabra se encuentra la verdadera solución a todo problema de nuestra alma, y entonces acuden a los métodos de los «profesionales en psicología y pshiquiatría que no conocen a Dios».
El creyente que persevera en la oración, oración extensa y profunda en su devoción íntima y privada, y que es disciplinado en el estudio y
meditación de la Palabra de Dios, encontrará siempre en Cristo y solo  en Él, la paz, el gozo y la libertad!
El evangelio de Jesucristo está perfectamente diseñado para suplir todas las necesidades espirituales de la humanidad en la actualidad. En el evangelio, los pecadores son “perdonados y bendecidos”: perdonados de sus pecados, bendecidos con el “óleo de gozo” para reemplazar el lamento y “vestiduras de alabanza” para reemplazar sus “espíritus angustiados” (Isaías 61.3). Esto es un cambio grandioso, y les ocurre repetidamente a hombres y mujeres que comienzan a detestar sus pecados, deleitarse en el Hijo de Dios y a devorar las Escrituras.
Sin embargo, existe un movimiento en el mundo de hoy, especialmente en América, que sutilmente desvía la atención de la gente del evangelio glorioso y de la suficiencia de las Escrituras y la pone en remedios terapéuticos y en prescripciones famacéuticas. Este movimiento se llama psicología y, aunque el mismo mundo incrédulo se está cansando de sus falsas promesas y de sus soluciones vacías, la iglesia parece estar abrazándolo más y más.
Uno de los peligros de este movimiento es que anima a las personas a enfocarse más en sí mismos. Por ejemplo, recuerdo que en una gran iglesia que invitó a un “psicólogo cristiano” para hablar a las mujeres con respecto al problema de la depresión. En una de sus sesiones, el conferencista sugirió que, aunque no tenía base bíblica para sus creencias, el “nombre nuevo” sobre la piedra blanca que se dará a los creyentes en el cielo (según Apoc. 2:17) puede estar asociado con su travesía particular en la vida y reflejar algunos aspectos de su carácter, desarrollado como resultado de sus “heridas”.
¡Qué triste sería si de verdad se diera a los creyentes un recordatorio de lo que ellos padecieron en la tierra. Y cuán subjetivo es intentar que los creyentes fijen su atención en sus penas y en las heridas que han recibido, en vez de enfocarse en lo que Jesús hizo por ellos en la cruz y en las heridas que Él recibió cuando murió en lugar de ellos. Es “por sus llagas” que hemos sido sanados (Isaías 53:5). Es la intención del diablo desviar nuestra atención de la cruz, y de la sanidad que fluye de ella. Estaría él contento si lograra que fijemos nuestra mirada en nuestras heridas, en vez de fijar nuestros ojos en Jesús (Hebreos 12:2), en Su muerte y Su resurrección.
No, las Escrituras no dicen nada a los creyentes con respecto a un eterno recordatorio de su pasado y de sus sufrimientos, más bien, la Biblia claramente nos enseña que las heridas que permanecerán por la eternidad son las del cuerpo de Cristo, el Cordero de Dios, como un eterno recordatorio de su amor por nosotros (Apoc. 5.5-6)
Este corto artículo no tiene la intención de ser un tratado profundo sobre la depresión y el evangelio, más bien, está diseñado para ayudar a aquellos que han tratado con psiquiátras, programas y píldoras y aún no encuentras alivio verdadero, y que por lo tanto están listos para la solución que Dios presenta en Su Palabra: El Evangelio de Jesucristo.
Con respecto a la depresión, la metáfora “olas” y “hundirse” es una imagen muy apropiada, porque los que tienen aflicciones de este tipo frecuentemente describen su experiencia como “hundirse en desesperación” o “ráfagas de desesperanza” que los envuelven. Esta era la condición de Jonás cuando fue lanzado de la nave:

Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, Y me rodeó la corriente;      Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo; El alga se enredó a mi cabeza.

Jonás 2:3, 5
Las olas envolvieron, rodearon a Jonás y lo hundieron. Él las llamó olas absorventes que intentaban impedir que él tuviera vista de Dios. Al hundirse por estas olas, él sintió que desfallecía (v. 7). Esta es una ilustración adecuada para aquellos que caen en el desánimo y se hunden en la tristeza y/o depresión. Estas olas de depresión, aunque no están ellas de agua, no son menos reales que las olas del océano que amenazaron con tragarse a Jonás.
Y sin embargo, vemos en la Escritura que hay esperanza, a pesar de la profundidad y la desilusión. Notemos a dónde fue Jonás para pedir ayuda en su desesperada situación y en su aflicción:

Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó;  Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste.

Jonás 2:1,2
¡Aquí hay ayuda de verdad! La oración de Jonás fue elevada desde adentro del pez y “en las profundidades del seol”. Desde las profundidades Jonás clamó al Señor y el Señor escuchó y respondió al clamor de Jonás. No debe tomarse como una respuesta simplista exhortar a aquel que está sufriendo con depresiones que clame al Señor desde la profundidad en la cual se encuentra, y no es una promesa vacía asegurarle que Dios le escuchará y le responderá, en Su tiempo y a Su manera, así como contestó la oración de Jonás.
Un antiguo himno escrito en los años 1890´s presenta la solución del evangelio para la depresión muy claramente cuando dice (usando la experiencias de caída de Pedro y las olas como una ilustración, Mateo 14:29-30)

Hundiendome profundamente en el pecado, lejos de la pacífica costa,
Muy profundamente devastado en mi interior, hundiéndome sin poder subir,
Pero el Amo del mar, escuchó mi desesperado grito,
De las aguas me levantó, seguro ahora estoy
Coro:
El Amor me levantó, El Amor me levantó!
Cuando nada podía ayudarme
¡El Amor me levantó!


Sí, las buenas noticias del evangelio son que todo aquel que esté hundiéndose en la desesperanza puede ser rescatado por el amor y salvado por el Salvador, así como Pedro clamó a Jesús cuando empezó a hundirse. Cuando nada más funciona – ni las píldoras, ningún programa, ningún psicólogo o psiquiatra – El amor de Dios, en la persona de Jesucristo, está listo para levantarnos de las olas de desesperación.
Vemos esta verdad ilustrada repetidas veces en las Escrituras. Consideremos las palabras de David, cuando estuvo abrumado. Escribió en el Salmo 61: 1,2

Oye, oh Dios, mi clamor;  A mi oración atiende. Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare.  Llévame a la roca que es más alta que yo,

El Salmo fue escrito durante el exilio forzado de David del Tabernáculo en el tiempo de la rebelión de su hijo Absalón. En este momento tan difícil cuando el corazón de David desfallecía, o como dicen algunas versiones: “cuando mi corazón está abrumado”, él sabía cómo refugiarse en el Señor, la Roca de su Salvación, el gran Médico de su alma. Cuántos hay hoy en día, que como David, cuyos corazones están abrumados por el dolor y la tristeza, quienes están bajo espesas nubes de oscuridad, y necesitan ser guiados a la Roca – ese Dios incomovible y fuerte que es el Hacedor y Sanador de los corazones de las personas y que envió a Su Hijo para morir en el lugar de pecadores.
Charles Spurgeon, quien sufrió de depresión en muchas ocasiones, esribió el siguiente comentario del Salmo 61:

“El fue privado del verdadero centro de su deleite, al mismo tiempo su mente estaba en una condición depresiva y miserable; había sido expulsado, y aún así no dejó de orar, sino que encuentra en esto una razón para clamar aún más fuerte a Dios. “Clamaré”. Esa fue una decisión sabia, porque si David dejaba de orar habría sido víctima de la desesperación; el hombre encuentra el fin cuando pone fin a la oración (cuando abandona la oración).  Cuando mi corazón está abrumado: cuando las inmensas olas de problemas me arrastran, y estoy completamente sumergido, no solo mi cabeza, sino mi corazón. Es difícil orar cuando el corazón se está ahogando, sin embargo, las personas que han experimentado la gracia ruegan más en estos momentos. La tribulación nos lleva a Dios, y trae a Dios hacia nosotros. Lo más grandes triunfos de la Fe se consiguen a través de las más pesadas dificultades. Cuando siento que para mí ya todo se acabó, cuando la aflicción está sobre mí; que me cubre como una nube, me traga como el mar, me cubre con densas tinieblas, aún así Dios está cerca, suficientemente cerca para escuchar mi voz, y yo clamaré a Él”

Hay un gran Médico del alma a donde aquellos que están siendo abrumados pueden acudir por sanidad. Este Médico no es un psiquiátra que prescribe píldoras, sino un Salvador que levanta al que se está hundiendo, un Libertador que rescata al que está tan desanimado y los consuela y los conforta con Su Santo Espíritu. Él es una Roca, una Fortaleza, una Torre Fuerte, y una ayuda siempre presente en tiempos de necesidad. Esta Roca “da fuerzas al débil” y “fuerzas al que no tiene” (Isaías 40:29).
No debemos minimizar las situaciones y las circunstancias de aquellos que están sufriendo dificultades y problemas de todas clases. Ni debemos pretender disminuir la experiencia del dolor y los sentimientos de impotencia y de desesperación que todos nosotros atravesamos en alguna ocasión.
Pero vemos que esto es precisamente lo que los psiquiátras y psicólogos trantan de hacer cuando escuchan los dolores del corazón y las penas del alma de los hombres y mujeres, y les ofrecen unas píldoras como remedio.
Los dolores del corazón y los efectos de las dificultades de la vida puedenser profundos, y requieren de mucho amor, consolación y ternura para el espíritu y más que una píldora o las sugerencias de algunos cambios en la conducta.
No, aquellos que sufren las olas del desánimo y la inundación en aguas de desesperación son tratados erróneamente cuando se les dice que deben tomar algún medicamento para estabilizar sus mentes; el asunto es mucho más profundo, en lo profundo de sus corazones, mentes y almas. Es cruel simplemente nublar la mente, cuando lo que se necesita es el bálsamo del Evangelio, aplicado por el Espíritu Santo y administrado por el cuerpo de Cristo.
Así que consideremos cómo el remedio del Evangelio es una solución perfecta para la depresión y el desánimo abrumador, de la forma que se presenta en las Escrituras:

«El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;»

Isaías 61:1,2
Estas palabras de Isaías son luego citadas por el Señor Jesucristo en Lucas capítulo 4 y afirma “hoy que ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:21). Entonces, esta es una descripción detallada de la misión principal del Mesías. Note los tres puntos principales del pasaje:
Jesucristo vino a:
1. Predicar las buenas nuevas a los pobres
En este pasaje de las Escrituras, el autor está usando el lenguaje del Jubileo (Levítico 25). En el año del Jubileo, que ocurría cada 50 años en la economía de la nación Judía, los pobres eran liberados de sus cargas y de sus hipotecas. El año del Jubileo prefiguraba la obra de Cristo en la cruz, era un año en el cuales los pobres eran libres de sus deudas y se les perdonaba lo que debían, de la misma forma que nuestro pecado ha sido pagado por Cristo y hemos sido liberados de nuestra deuda espiritual.
Jesucristo vino a predicar las buenas nuevas a nosotros, nuestra deuda ya fue pagada (Isaías 40:1-3) y nuestras almas han sido liberadas de pecado, no tenemos deudas pendientes.

«Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.»

II Corintios 8:9
2. Vendar a los quebrantados de corazón
La obra de Jesús se presenta como la de un médico. Así como un doctor venda heridas para sanarlas. De la misma manera Cristo es el gran Médico, quien por medio de la aplicación de Su Evangelio, puede sanar corazones y vidas. Por medio de Su sufrimiento Él nos restauró, y por medio de su muerte Él nos dio vida. No hay herida tan profunda ni tristeza tan grande que Cristo no pueda sanar. Este Evangelio es una obra tan poderosa, por medio de la cual aquellos que han sido heridos por el pecado son restaurados por la Gracia de Dios.
3. Publicar libertad a los Cautivos
El Evangelio no solamente es una obra de sanidad, sino que es una obra libertadora. Aquellos que están atados por cadenas son liberados, son desatados, por medio de Cristo. Jesús fue clavado a un madero para que los adictos a la pornografía, los borrachos, los que golpean a sus esposas, los orgullosos, los que se rehúsan a perdonar a otros, los chismosos y los mentirosos, et, cetc, toda clase de pecadores, pudiera ser perdonado de sus pecados, pudieran ser libres de sus cadenas y pudieran ser capacitados para andar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Romanos 8:21). Luego Jesús se levantó de la muerte y ascendió a los Cielos desde donde envió al Espíritu Santo, el Consolador para dar vida a todos los que creen y consolar sus corazones en la verdad y darles el poder para servir y ayudar a otros.
De manera que por medio del Evangelio de Jesucristo los pobres son aliviados, los de corazón quebrantado son curados y los esclavos son liberados. ¡Estas sí que son Buenas Noticias! Pero eso no es todo, hay mucho más. El evangelio y sus soluciones producen un efecto maravilloso en aquellos que creen y lo abrazan de corazón.

«…a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.»

Isaías 61:3
El resultado del evangelio en las vidas de aquellos que creen,  es que también son cuidados y consolados y coronados.

  • El Evangelio provee para todos aquellos que lloran en Sión. Ya sea que sufren por sus pecados o por sus circunstancias, el evangelio es la provisión maravillosa para sus penas. Dios consuela a los que lloran. Él envió a Cristo para morir por ellos, y a su Espíritu Santo para vivir en ellos.
  • Por medio del Evangelio Dios consuela a los que lloran. La muerte de Cristo no es solo un perfecto fundamento para neustrs vidas, sino que es un fuerte consuelo para nuestas lágrimas
  • Por medio del Evangelio Dios viste y corona a aquellos que están en desesperación. Los resultados de3l evangelio son absolutamente son un cambio absolutamente precioso donde 3 cosas son reemplazadas: se nos da una corona en vez de las cenizas, óleo de gozo en vez de lamento, y una vestidura de alabanza en ves de ansiedad.

Sí, estos son los efectos poderosos del evangelio de Cristo Jesús que, por medio de sus propios sufrimientos es capaz de ayudar a todos los que sufren, por medio de su propia muerte consuela a los que se lamentan del pecado, y por medio de su sangre derramada en la cruz cambia sus cenizas por una corona, sus lamentos por alegría y su desesperación por un espíritu de alabanza.
El evangelio – no una píldora, no un programa, ni un psicólogo o psiquiátra – es la solución para el pecado, para el desánimo, para el lamento y para la depresión.
Entonces, ¿qué debe hacer aquel que se está “hundiendo en las olas” de la depresión, que está triste, con lamentos, llorando o desanimado? Lo que sigue no pretende ser una lista de “haga y no haga”, pero sí unas palabras de exhortación para aquellos que desean poder cantar “El Amor me levantó” cuando nada más me podía ayudar:
Fije sus ojos en Cristo Jesús

» …puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.»

Hebreos 12:2-3
Esta es la necesidad más grande del mundo y para la iglesia hoy. Necesitamos concentrarnos en Cristo y fijar nuestros ojos en Él y considerar su obra, sin distracción. Y ¿dónde específicamente debemos mirar?

“… quien por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz… y se sentó a la diestra de Dios”.

Los sufrimientos y la muerte de Jesucristo, donde Él compró nuestro perdón y aseguró nuestra vida eterna y en su poderosa resurrección, con la cual también fuimos levantados y justificados, este debe ser el enfoque de nuestras vidas.
Esto significa que debemos estudiar nuestras Biblias, viendo la cruz del perdón en sus páginas y considerando la nueva vida que tenemos que surge de Su muerte. Debemos orar fervientemente para que el Espíritu de Dios nos guíe a toda verdad para que conozcamos la maravillosa posición que tenemos delante de Dios en Cristo y que podamos entender la esperanza a la cual Dios nos ha llamado, las riquezas de nuestra herencia en Él, y su incomparable poder para los que creemos (Efesios 1:15-20)
¿Y cuál es el resultado de enfocarnos en la cruz?

«Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.»

Hebreos 12:3
Es mirar a Cristo, considerarlo apropiadamente y enfocarnos en la cruz lo que nos mantiene y protege del desánimo y la desilusión. Nos impide cansarnos o desmayar o sentirnos descorazonados. Es como el antídoto para la depresión. Alguien dijo una vez, “Podemos deprimirnos o podemos mirar a Jesucristo, pero no podemos hacer ambas cosas al mismo tiempo”.
Hay que volverse de los hombres hacia Dios. Algunas personas no entienden plenamente que, al acudir a psiquiátras por medicamentos, están buscando la solución en los hombres, para algo que solo Dios puede proveer, y, al hacerlo, se pierden de la verdadera Solución y de la cura que podrían encontrar. Pierden la corona de belleza, el aceite de alegría y el espíritu de alabanza que viene como parte de las recompensas del Evangelio.

«Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;  Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.»

Salmos 20:7

«Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.»

Salmo 40:4
Es esta actitud continua de volvernos al Señor y de aprender cómo confiar en Él y en su amor lo que nos hace florecer como Cristianos, bien alimentados de la gracia y creciendo en la verdad.

«Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre»

Salmo 52.8
Aprender a amar el Evangelio
Es por medio de la predicación del evangelio que los hombres y mujeres se establecen, se afirman y se aseguran. Entonces hay que aprender a deleitar el corazón en el perdón que hemos recibido por la sangre de Cristo vertida en la cruz, en el hecho de que Dios nos ha aceptado por causa del Calvario, hay que aprender a admirar al Señor. El ha hecho provisión para los pecados y para dar perdón y vida eterna por medio de la muerte de Cristo. Esto nos establece y nos afirma.

«Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos»

Romanos 16.25
Aquellos que descansan en las buenas nuevas, que se las predican a sí mismos cada día y que ponen atención cada vez que el Evangelio es predicado en la iglesia son los que estarán estables, seguros y firmes. Ellos experimentan el poder del evangelio en sus vidas. Ellos disfrutan de una vida coronada de amor y de compasión, el consuelo y las fuerzas que da el Espíritu Santo, y el gozo de conocer a Jesús personalmente y de caminar con Dios a cada momento. Sus vidas producen belleza en vez de cenizas, tienen gozo en vez de lamentos y vidas llenas de alabanzas en vez de desánimo. Ellos proclaman con David.

«Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.»

Salmos 40.2
Por lo tanto, enfoca tu mirada en los sufrimientos de Su cruz y en el poder de Su resurrección. Haz un alto en el camino para dejar de acudir a los hombres por una solución que solamente Dios puede brindar. Luego haz del estudio del Evangelio, el estudio de toda tu vida, aprendiendo cómo descansar en el evangelio y cómo adorar a Dios por el evangelio y cómo encontrar vida en la muerte de Jesucristo.
Dios ha provisto la solución para la depresión y para cualquier otro problema imaginable por medio del glorioso evangelio de Jesucristo.
Publicado originalmente en: http://www.settingcaptivesfree.com/resources/article/depression-and-gospel/

5 Comentarios

  1. Ciertamente las olas de desesperanza es la negación al descanso eterno que Cristo proveyó a su iglesia. Los procesos cotidianos frente al pecado nos zarandean y nos hunden cuando nuestra fuerza es netamente humana y no espiritual. DIOS nos ayude a confiar en su Providencia y guíe nuestros pasos a la imagen de su Hijo.

  2. Me gustaría ver la información de los links que se mencionan al comienzo pero no funcionan… me parece que es un error decir que el cerebro, siendo hecho de carne, no puede enfermarse, si el hígado o el riñón se enferman entonces también las células del cerebro pueden enfermarse, dejar de funcionar apropiadamente y eso es algo físico, estoy de acuerdo en rechazar la psicología como herramienta pero no la parte médica, en la mente están presentes ambas cosas, esa es la diferencia, hay algo físico que está unido a algo espiritual y por eso la ciencia no puede estudiarlo apropiadamente del todo… estoy de acuerdo en que las circunstancias EXTERNAS no deben menoscabar el gozo y la confianza del creyente y si se pierde el gozo por PROBLEMAS EXTERNOS entonces hace falta CONSEJERÍA BÍBLICA, pero si hay un daño cerebral y eso está trastornando la percepción y la conducta no veo como la consejería va a cambiar el asunto, es como darle consejería a un diabético o un hipertenso para que cese de subirle el azúcar o la tensión…

    • Estimado Luyer, pudiera ser que la traducción del artículo no sea la más adecuada, pero nunca afirmamos que la consejería deba ser utilizada en sustitución de los medicamentos que se ha comprobado que un paciente necesite. Creo que el punto que trata el autor es el uso de medicamentos cuando no existe prueba que determine esa deficiencia cerebral. Pero si existe una prueba clínica que determine que la persona necesita cierta medicación porque sufre de alguna deficiencia química, no tenemos ningún argumento bíblico para negar esa medicación.

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